Capítulo XII

101 8 1
                                    


Estaba ansiosa y super nerviosa esperando a la llamada de mi avión, no paraba de mover el pie, apretaba mi pasaporte con tal fuerza que parecía que lo iba romper en cualquier momento.

Rayan está a mi lado y creo que se está muriendo de sueño, le he dicho que no hacía falta quedarse que podía yo sola, pero el muy terco dice que no quiere dejarme hasta que me vea subir al avión. Por seguridad. Pero sé que es porque no quiere dejarme que sufra un paro cardiaco.

Después de alrededor de unos quince minutos, anuncian mi vuelo por megafonía. Me pongo de pie al instante, y Rayan también lo hace. Coge una de mis maletas y yo cojo la mochila y la maleta restante. Caminamos en silencio, hasta donde está la fila, hay poca gente, y eso hace que nos despidamos deprisa. Nos besamos en un beso profundo, transmitiéndome toda la paz y tranquilidad que tiene Rayan. De alguna forma causa efecto en mí, y hace que me relaje un poco.

Nos separamos por falta de aire, y me da una cálida sonrisa.

–Cuídate. –Le digo a Rayan, a forma de despido.

–Tú más por favor. Si ves que algo no cuadra o no te gusta coge el primer vuelo y vuelve. ¿Entendido?

–Claro, que sí. Prometo no estar más de tres semanas.

–Llámame cuando llegues, por favor. –Dice suplicándome con la mirada. Yo asiento con cabeza. Y le doy un pico. Cuando la señora intenta llamar mi atención, indicándome que es mi turno, le entrego el billete y el pasaporte. Al instante me lo devuelve, y recojo mis maletas. Caminando hacia la puerta de cristal para salir al exterior. Me doy una última vuelta, encontrándome con la mirada triste de Rayan. Y me prometo a mi misma, que cuando vuelva le daré una oportunidad, e intentaremos una relación duradera, le devuelvo una sonrisa al igual que la suya, y me giro para ir subiendo poco a poco mi equipaje.

Sinceramente, le echaré de menos.

Me siento en mi lugar correspondido, y doy gracias a que no haya ningún crio, por ahí molestando. Soy una de las primeras pasajeras por lo que el avión tardará en despegar.

[...]

Dios, creo que mi culo no puede aguantar ni un minuto más sentado, y mirando la ruta en la pantalla digital que tengo enfrente, nos quedan exactamente, tres horas y veintisiete minutos, para llegar a nuestro destino. Por lo que decido ir al baño y refrescarme un poco la cara.

Al regresar, tomo el libro de idiomas que me compré, de ruso. He aprendido más de lo que sabía. Y os preguntaréis. ¿Sabía hablar ruso? La respuesta es un sí, a medias. Mi padre siempre decía que aprender idiomas no estaba de más, y te servirá y con más razón si eres periodista. Por lo cual, de pequeña, me apuntaron a clases de alemán, de chino y ruso. Este último no le di mucha importancia, ya que coincidían con mis exámenes finales y me desapunté. Y no veáis como me arrepiento ahora. Leo un par de frases básicas y las memorizo. Seguro que tres horas algo habré aprendido.

Lo cierto es que no he aprendido nada, ya que me quedé dormida en la segunda página. Ahora estoy caminando hacia las puertas donde indican que finalmente estoy en mi destino.

Bienvenida a Rusia, Noor.

Miro la hora del móvil y efectivamente son las ocho de tarde, justo como había planeado en su día. observo también el folleto, para alquilar vehículos en mi mano, que había imprimido. E indican que cierran a las nueve y media, por lo que me tengo que dar mucha prisa.

Saco de mi bolso la tarjeta sim, junto a la agenda que tengo anotado el número de teléfono del taxi. Y eso hago después de unos minutos.

INVIERNO EN EL INFIERNO |©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora