Un día soleado en Buenos Aires.
Un ambiente cálido con algo de viento.
Junior y Blas decidieron sacar a pasear a Toribio que, muy felizmente, aceptó esperándolos sentado en la puerta mientras estos se terminaban de alistar.Dejaron celulares, auriculares, llaves del auto; eran sólo ellos tres.
De camino a la plaza, cerca de su casa, iban charlando, tomados de la mano, sobre la temperatura, los pájaros que cantaban, el amistoso viento que chocaba sobre sus caras y se tiraban algún que otro piropo.
Estaban radiantes. La compañía del otro siempre los hacía brillar, siempre les hacía bien.Toribio caminaba ansioso por llegar a la plaza. Cada tanto miraba a los tortolitos que se detenían a besarse por el simple hecho de sentir el sabor de los labios del otro, y les ladraba para que se apuren.
Ellos respondían entre risas, haciéndole una caricia y hablándole con unas voces dulces.Al llegar, le sacaron la correa a Toribio y se sentaron en el pasto.
Junior apoyó su espalda en uno de los árboles que se encontraban ahí. Blas, viéndolo, aprovechó y se recostó en sus piernas. Junior al verlo se agachó hacia sus labios para darle un largo beso acompañado de un "estás hermoso" que el mayor respondió sonrojado "vos igual".Pasaron toda la tarde en esa plaza viendo como Toribio jugaba y olfateaba todo lo que encontraba mientras hablaban de la secundaria y todo lo que sentían por el otro en ese tiempo. También hablaron de los nuevos proyectos que tenían para el Bar Blasnior y los felices que estaban de darle lugar a Simona, Dante, Romeo y Lula para que canten.