La noche de los espectros

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*Escuchar con música

Dicen que todas las noches de Samhain ella vuelve para intentarlo.

A la medianoche, las campanas suenan y en las sombras, el murmullo del viento trae consigo una melodía fúnebre. De la Isla de los benditos quedan solo ruinas mohosas y una mesa de piedra, donde se dice que descansa un cuchillo cubierto de la sangre maldita.

Un grupo de niños se aventura en el bosque de los horrores, a dónde no debes ir nunca, jamás, mucho menos de noche. El pasillo está lleno de ramas y la luna apenas brilla entre las nubes. En el día en que el velo que nos separa del mundo de los muertos se vuelve delgado, los espíritus pueden vagar libremente por la tierra, eso todo el mundo lo sabe. Pobres niños, nadie les ha dicho que en las ruinas de un lugar sagrado hay demasiados peligros.

—Brad, Chris, no creo que debamos ir.

—No seas miedoso, Lance.

—Yo estoy con Lance.

—Pues claro, eres una niña Gwen.

—¡Eso no tiene nada que ver, Ed! Eres mi hermano mayor, deberías decir que no vamos porque es peligroso.

—Tu hermana tiene razón.

—Nadie pidió tu opinión, Rupert.

—Cállense todos. ¿Por qué no son más como Percy y Morty? Mírenlos, ellos no se están quejando.

—Morty está temblando.

—¡Mentira!

Hay una fina neblina que les humedece los pies y la verdad es que todos tiemblan, desde el más valiente hasta el más pequeño. Es Halloween y han acordado que vencerán sus miedos, que irán hasta la mesa y tomarán una foto. La niña lleva su cámara instantánea aferrada entre los dedos, mira sobre su hombro y todos sienten que les siguen, observándoles desde los rincones oscuros.

En algún lugar, un búho canta, una ramita se rompe.

—Shh... ¿Escucharon eso?

—Deberíamos volver, Brad, tu padre se pondrá furioso si se entera que hemos andado hasta aquí.

—No le tengo miedo a mi padre.

—Pues el de Ed y el mío nos castigará. También el de Rupert, la madre de Percy y la tía de Morty. El de Chris volverá a darle una zurra.

—Ni siquiera duele.

—Pero estabas llorando.

—¡Mentira!

Avanzan muy juntos y escuchan aullar un lobo.

—¿Hay lobos en esta parte?

—No seas tonto, no los hay. Lo dijo la maestra el otro día.

—Eres un sabelotodo, Rup.

El más pequeño comienza escuchar un arrullo y mira hacia el oeste como atraído por un llamado.

—¿Morty?

—¿A dónde vas?

—Es por aquí.

—¿Ya habías venido antes?

—No.

Pasando arbustos que les arañan la piel, se abre una vereda apenas iluminada y ante ellos se encuentra la isla, rodeada de una cinta de agua negra que casi no se distingue de la tierra, solo leves ondulaciones y un muelle pequeño, en el que espera un bote vacío.

—Si existe.

—¡Se los dije!

—Pero nadie ha dado con esta isla, nunca. Se supone que son leyendas.

La noche de los espectrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora