Capítulo 3

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Era jueves en la noche y yo buscaba fervientemente en los libros en los cuales nuestro profesor se veía obligado a basar sus clases, pertenecientes a la colección bolivariana que había creado el gobierno que regía mi país y que se suponía cada escuela y liceo debía recibir. También revisé en internet, pero como de costumbre siempre sacaba una que otra cosa de los links que pasaban mis compañeros de clase por el grupo de WhatsApp.

Revisé cada sitio que se relacionara con el taller que desarrollaba en el comedor de la sala, el cual debo recalcar conozco como –el comedor de las conversaciones– puesto que cada vez que mi mamá necesitaba hablarnos de algo importante a mi hermano y a mí nos llevaba allí. No se nos había criado con la costumbre de comer en la mesa sino en el cuarto, nunca comíamos juntos como “familia” debido a los horarios inflexivos de mi mamá y a las diferentes horas de salida de mi hermano y yo que dependía directamente del grado o año que cursáramos. ¿Mi padrastro? Bueno, él siempre llegaba como a las 5pm, así que lo que comía era más cena que nada, acompañado por supuesto de su fiel compañera. Ah, pero casi lo olvido: ¿por qué puse familia entre comillas? Bueno, se darán cuenta del significado que tiene para mí conforme vayan avanzando en la lectura.

Mi abuela vino un par de veces a ver cómo iba y a hacerme preguntas sobre qué trataba. Luego de unas 3 horas trabajando duro terminé todo, ella no se acostó a dormir hasta entonces y a pesar de ser un gesto muy tierno, sentí mucho su estrasnocho porque es una persona mayor que tenía muchas preocupaciones, yo no quería ser una más, no quería robarle horas del sueño que además de ser sano tenía bien merecido.

–Mami, levántate que se te va a hacer la tarde –escuché como la voz de mi abuela; mi nana me llamaba.

–¡Ay ma! Tengo sueño –me quejé.

–Ya es hora –yo le di la espalda para que me dejara seguir durmiendo–.

–Yo… –suspiró y continuó diciendo: voy a hacer el desayuno para que duermas otro ratico, pero ve que te levantas Miranda.

–Si, mami –y lo último que escuché en el momento fue la puerta cerrarse tras de ella.

Mi abuela, que en realidad no era nacida ni criada en este país, era una mujer luchadora. Siempre he dicho abiertamente que me parece que es muy bonita, y que la vejez le sentó bien pues en sus fotos de joven parece sacada a imagen y semejanza de la bruja de blanca nieves, hablo de la horrible señora que le da la manzana, que es la misma reina transformada por esa posición para que no se le reconociera. Con un cuerpo bien conservado, y un trasero exuberante que llamaba la atención de todos.

Se preguntaran ¿por qué le llamo: ma o mami, verdad? Bueno, mi madre salió embarazada de mí cuando apenas cursaba el tercer año de medicina, así que aunque decidió tenerme no podía mantenerme con ella en Maracaibo, que era donde residía. Verán, mi familia siempre ha sido de recursos bajos, a tal medida que mi madre y mi tía –después de vieja; como decimos vulgarmente aquí– fueron las únicas que sacaron carreras universitarias. Algunos de mis tíos ni siquiera llegaron a terminar el bachillerato.

Mi mamá fue dada a una familia adinerada de la ciudad para trabajar como ama de casa, con tan solo 9 años de edad, había hecho tantos sacrificios que mi abuela aceptó tenerme hasta que ella pudiese graduarse y tener un lugar al cual llevarme. Así fue como pasé los primeros años de mi vida, exactamente estuve con ella hasta los 4 o 5 años y aunque no recuerdo mucho siempre escucho historias de lo que hacía o decía en ese momento.

Bueno, he desvariado mucho pero es imposible hablar de una cosa sin contar ni mencionar otra, porque hacen parte de la misma historia y son igual de importantes en la vida de la persona. Continuando con mi abuela, puedo decirles que aunque no haya siquiera terminado su primaria enseñó a todos sus hijos a leer y escribir. Y es muy buena en matemática, pero es más porque siempre lo ha necesitado, cuestiones de adaptabilidad supongo. Es una mujer muy picara, más que cualquier mujer joven que conocí, y no hablo precisamente del ámbito sexual sino más bien de que es muy pilas, muy buena negociante, no se deja joder por nadie.

Una cosa mala de mi abuela es que era muy mentirosa, ¡Dios Santo!, la palabra se queda pendeja. Y no sé exactamente de quién lo aprendió, pero lo cierto era que había tenido ese defecto toda su vida.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2018 ⏰

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