No caigas en su juego; perderás

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Y ahí me encontraba yo, en las puertas de aquel edificio tan grande en el que de ahora en adelante sería mi casa y con dos guardias de seguridad a los lados, unos de ellos llevando mi equipaje en su mano. Tragué saliva. Jamás me habría podido imaginar que acabaría en un sitio de estos. Me armé de valor analizando qué tendría que estar ahí 10 meses casi 11. El edificio era más acogedor que un reformatorio. Menos por la entrada, que había un soldado armado vigilando quienes entraban en el edificio y por las redes eléctricas para que nadie pudiese escaparse. Pero por dentro todo parecía más tranquilizador, agradable, claro sin contar el número de adolescentes que estarían aquí por haber hecho vete a saber qué tipo de barbaridad.

La primera planta era de las clases, biblioteca, comedor... la segunda planta era la habitación de los chicos, y la tercera la de chicas. Subiendo las escaleras la gente me miraba raro. A lo mejor era porque mi traje naranja, cómo aparece en las películas, resaltaba y quería decir claramente: <<Atención, soy nueva y no sé lo que me espera>>. Y tampoco quería descubrirlo. No paraba de pensar en que ojalá mi compañera de cuarto fuese alguien normal o con un delito menor y no una asesina. El guardia dejó mi equipaje en el suelo y me asintió con la cabeza como para darme permiso para entrar. Me había fijado en que en todas las plantas habían seguratas, supongo que para evitar problemas. Todos eran altos y de complexión fuerte y daban real miedo, como no. Entré y era todo lo contrario a lo que me esperaba. No era muy grande, naturalmente, pero al entrar tenías enfrente dos camas, a la derecha, encima de una de las camas, tenías la ventana. Antes de las camas había a cada lado un escritorio. Y a la izquierda entre el escritorio y la cama podías ver un baño. En la cama derecha me encontré con la que seria mi compañera de habitación todo este curso. No sabía si saludar, sonreír o que hacer así que preferí que ella diese el paso. Se levantó y vino hacia mí dándome dos besos y sorprendiéndome. La chica era de estatura normal, pelirroja con el pelo liso y medianamente largo, era bastante mona, no se me ocurría porque podía estar aquí. Tenía la oreja derecha repleta de piercings y uno más en la nariz. Vestía con su propia ropa o eso me dio a entender. Su estilo era algo rockero e informal.

-Hola, soy Mery, tengo 16 años y voy a ser tu compañera de cuarto- dijo sonriéndome.

-Hola, yo soy Ainhoa, tengo 15- dije nerviosa.

-Ven, siéntate en tu cama.

Dejé las cosas en el suelo y allá fui.

-Y dime Ainhoa, ¿qué te ha llevado aquí?-me preguntaba curiosa.

-Pues verás, una mujer que me tenía mucho odio, desconozco la razón, una vez en la calle me paró y quería que le ayudase a recoger unos pedacitos de cristal del espejo que se le había roto. Yo amable le ayudé y cojí uno bastante grande. Me agarró demasiado fuerte la muñeca en la que tenía el cristal y me llevó la mano hasta su brazo provocándose una raja bastante profunda. Pasaba un tío por ahí y lo vio. Yo quedé paralizada del susto, tenía la cara blanca, me vio las manos llenas de sangre, con el cristal en la mano y la mujer desangrada e inconsciente por la raja del brazo en el suelo. Llamó a la ambulancia y claro me reconoció. Yo no pude hacer nada mas que correr. Y claro todas las pruebas apuntaban a mi. Así que me tengo que comer 11 meses aquí.

-Vaya-me dijo-Osea que eres la única que esta aquí por no haber hecho nada.

-Eso parece-respondí- ¿Y tu que haces aquí?

-Mi novio me puso los cuernos con una que odio, a el le di una ostia y a ella le pegué y le dejé inconsciente- contestó.

-Osea que eso de meterme contigo como que no, ¿verdad?-dije riéndome.

-Si no quieres problemas no-reía- En verdad la mayoría de chicas están aquí por lo mismo. Los chicos ya son los más peligrosos. Ellos han incluso matado, las chicas muy pocas, ellos son más agresivos.

Se me quedó la cara helada. ¡¿¡¿Me estaba queriendo decir que tendría que asistir a clase con asesinos y comer con ellos!?!?! Quería morirme.

-Ainhoa, tranquila-debió notar mi cara de preocupación- Tu ven siempre conmigo y estarás en buenas manos. Me llevo bien con la gente de aquí.

-Vale...-dije.

-Y bueno, ¿tienes novio?

-Tenía. Llevábamos un año. Le dije de dejarlo al entrar aquí, el no quería, quería seguir con lo nuestro y decía que vendría a verme, pero yo le dije que eso serían las primeras semanas y luego ya no. Aparte prefería que estuviese haciendo su vida que tuviese una novia en un reformatorio.

-Yo pienso que hiciste bien-me dijo tranquilizándome- Si te quiere, vendrá algunos días a verte, pero es lo mejor que podías hacer-me contestó. Le sonreí en modo de agradecimiento.

-Oye-dije- ¿Por qué si esto es un reformatorio todo tiene pinta de internado?

-Verás, esto antes era un internado para gente adinerada pero que con el tiempo dejo de tener alumnos por lo cual lo tuvieron que cerrar. Estaba tan bien cuidado que solo tuvieron que limpiarlo y decidieron dejarlo así-contestó.

-Ahora lo entiendo todo-le dije.

-Pero hay algo que debes saber-me comentó-Lo notarás por como la gente huye de él y cuchichea por los pasillos mirándole. Hay un chico...se llama Ángel, te lo digo para que tengas mucho cuidado porque me has caído bien y no quiero que te pase nada malo. Si ya los que hay aquí son malos... este es uno de los peores. Nadie habla con el, nadie quiere juntarse con el. Lo reconocerlas por sus pintas de chulo y por como mira... tiene una mirada penetrante.

-Vaya... ¿y ese chico porque esta aqui?-pregunté.

-Ha tenido una infancia muy difícil Ainhoa, los médicos dicen que es por eso por como está así ahora. Su madre le violaba cuando el tenía 8 años, era una puta yonqui, se traía chicos a casa y se los follaba delante de el. A los 10 años le abandonó y le dejó tirado en la calle como un trozo de mierda. Solo le buscaba para reclamar un dinero. Pasaron unos años y mató a su madre. Estuvo de testigo su mejor amigo, James, que vive con el y es el único que le entiende a veces. A James le metieron aquí por mentir a la policía y cubrir un asesinato. De ahí en adelante a Ángel le quedaron como secuelas o algo así y pegó a una chica, violó a otras dos o tres de la rabia que sentía hacia su madre y créeme... no es nada bueno que pueda pasarte algo de eso Ainhoa...

Si, directamente toda la sangre desapareció de mi. No podía creerme lo que oía. Pobre chaval. Pero también pagarlo así... dios. Todo me daba vueltas.

-joder... eso es... fuertísimo.

-Si-me respondió-no quiero que ese chico te haga nada malo. Y lo mas importante, no caigas en su juego; perderás.

-¿En su juego?-pregunté yo.

-Si, Ainhoa, es un chico que no pasa desapercibido. Es guapo, y con una mirada puede conquistarte, sabe como tener a las chicas comiendo de su mano. Pero es muy peligroso, por favor.

-Vale, me ha quedado claro. Gracias por esto Mery.

No caigas en su juego; perderásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora