Dicen que las sombras aparecen por las noches, que son almas en pena que buscan ser liberadas o que han olvidado que deben hacer, simplemente vagan por las calles, aterrorizando a quién se atreve a salir de casa.
Dicen que las sombras se esconden en armario, debajo de camas, en cuadros y hasta en espejos.
Dicen que las sombras provocan las pesadillas de los niños, los llantos de los recién nacidos y las noches en vela de cualquier ser con vida.
Dicen que las sombras saben matar, que matan cuando tienen compasión y cuando quieren divertirse atormentan con algo peor que la muerte.
Dicen todo eso y no se equivocan al decirlo, las sombras no tienen sentimientos, nada les importa, se alimentan del miedo y el dolor.
Pero las sombras no están solas, tienen su propio señor al que servir.
Alguien peor que las propias sombras.
La gente se lo imagina arrugado, sin dientes y mirada llena de locura.
Sin embargo, yo sé que su mirada grisácea está llena de picardía, su sonrisa hace que el mismo hielo se derrita, su cuerpo hace suspirar a cualquier chica y puede que no sea tan cruel como todo el mundo cree.
Aunque él adora los rumores que se expanden sobre sí mismo, adora ser temido.
Adora que la gente se aparté de él temerosa, al igual que adora que las chicas se mueran por él cuando es simplemente Unai y no el dueño de las sombras.
Adora ser todo lo que es, o eso parece decir su rostro confiado y su actitud segura. Pero, no siempre todo es lo que parece. El señor de las sombras también tiene sus propias preocupaciones, sus propios problemas y no me sorprenderían volver a ver sus ojos llenos de lágrimas.
Un pacto que selló con su propia sangre hace más de 700 años lo atormenta. No debió hacerlo, él lo sabe. Y el tiempo se agota. Me gustaría ayudarlo, pero si se entera de que sé algo mis días estará y más contado que los suyos.
Al fin y al cabo solo soy una sombra más.
Una sirvienta más.
Aunque la única que parece recordar su nombre y mantener su cordura.
Me llamo Agneta Lyson y yo no quería que esto sucediese
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La hora del cuento
AléatoirePequeños textos de una pequeña soñadora con grandes aspiraciones