La brisa de verano hacia que sus mechones pelirrojos se movieran al compás de una melodía indómita, la arena que esta traía la hacía cerrar los ojos, cosa que me permitía mirarla mejor. Observar sus pecas sobre sus mejillas sonrojadas y esos labios por los que moriría si tan solo pudieran tocar los míos.
La brisa no era casual y la arena tampoco, cuando puedes jugar con las nubes y los vientos son tus amigos, nada es casual, pero ella aún no lo sabía y eso era lo importante.Ahora que ella está tumbada a mi lado, en mi cama, dormida, conocedora de todos mis secretos y aún así a mi lado, me hace darme cuenta de que no me equivocaba, tenía razón, ella es la indicada.
La correcta para ser mi reina y la que me ayudará a que el mundo se postre a mis pies.
Reinaremos.
Y lo haremos juntas.•Ayzul•
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La hora del cuento
AcakPequeños textos de una pequeña soñadora con grandes aspiraciones