Uno

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—Draco, sabes que es peligroso, no deberías estar haciendo esto.

Lo sabía, y tanto que lo sabía, pero si no preparaba esa poción su vida caería como cuando un hielo se derrite y se consume en puro líquido, sin ganas de volver en pie y resistir el calor.

El humo abrasador se estampaba contra su rostro haciendolo calentar y enrojecer, sus ojos comenzaban a irritarse y sus manos cada vez adquirían un color azul más oscuro. Sus cabellos estaban removidos de maneras distintas, sus ojos carecían de brillo.

—Si solo has venido para echarme las cosas en cara, será mejor que te largues Zabini. —le reprochó sin apartar la mirada de la poción que poco a poco tomaba un color naranja rosado.

—Solo te advierto, sé porque lo haces. —le siguió.—no te estoy echando nada en cara.

Malfoy meneó la cabeza en signo de que lo entendía. Finalmente apartó la mirada de la absorvente poción y la dirigió a su amigo, que se mantenía indiferente en medio de la sala, sus brazos estaban cruzados y su mirada era neutral. El pequeño muchacho pasó su pálida (ahora azulada) mano por sus blanquecinos y sucios cabellos mientras cerraba los ojos debido al cansancio, la ansiedad y la frustración. Volvió a abrirlos encontrandose a su moreno amigo frente a el, en la misma posición que minutos atrás, sonrió sin felicidad.

—Bien, —añadió sin borrar la sosegada sonrisa.— vámonos, algún prefecto podría entrar y encontrarnos.

Sus pasos eran seguros, se dirgian hacia la puerta como ya había sucedido meses atrás, cuando decidió empezar con todo eso.

Draco Malfoy tenía una buena vida, para que mentirnos. Siempre tuvo todo lo que el deseó: juguetes, ropa, comida... Pero siempre le faltó amor, el amor que sus padres nunca pudieron entregarle de una forma noble. Siempre había un hueco en su corazón esperando ser rellenado por el amor de sus progenitores. Así que escondió esa falta de amor en la ignorancia, haciendo como si estaba bien cuando no lo estaba. El año pasado, el mago más temido de todos los siglos se apoderó de su casa, y ahí empezaron los problemas. El y su amada madre eran los que más sufrían. El pequeño Malfoy muchas veces era golpeado por mortífagos por mera diversión, y todas los días era llevado a los aposentos del mago para ser abusado sexualmente de el, como habían echo algunos mortífagos ya con su joven e inexperto cuerpo. Podría haber sido su madre, si, pero no podía hacerle eso, era su madre, la mujer que más amaba y la que le había cuidado siempre que podía; la que le había leido cuentos y la que le había enseñado a bailar. Se lo debía, ella lo había protegido toda su vida, ahora le tocaba a él devolverle el favor.

Los pasillos eran alumbrados por pequeñas velas que estaban apunto de consumirse. Voces se escuchaban, las serpientes no se alarmaron dado a que el rubio era prefecto y podría resolver algún pequeño roce.

De la oscuridad surgieron tres figuras que rapidamenre callaron y miraron a ambos amigos con una mirada acudadora.

—Malfoy.

—Potter.

—¿Qué haceis aquí? —escupió el pelirrojo mirando con odio a ambas serpientes.

—Por si el cerebro te falla, Wesley, soy prefecto. —le recordó con un tono de suficiencia.

—¿Y él? El no es prefecto y está paseando.—acusó mientras recorría con la mirada el cuerpo de zabini mientras entornaba sus ojos.

Malfoy alzó una ceja.

—¿Y Potter? Que yo sepa el tampoco es prefecto y está con vostros.—el pelirrojo abrió la boca para protestar, pero Draco no le dejó hablar.— asique si nos disculpáis, —continuó comenzando a andar — acompañaré a Zabini a las mazmorras. —y dicho eso desaparecieron en la oscuridad.

—Estan tramando algo. Lo sé.—acusó Potter mientras miraba el punto del pasillo por donde habían desaparecido.

—Harry eso tú no lo sabes, no tienes pruebas.—le contradijo la chica del grupo. El moreno le miró con mala cara.— Anda vamonos ya a la torre antes de que nos encuentre algún profesor.

—Antes debo ir al lavabo. —avisó el moreno mientras desaparecía con rapidez por los pasillos mientras sus dos amigos lo seguían desde la distancia.

El moreno llegó a unos de los baños del corredor y entró rapidamente en ellos. Un olor un tanto peculiar llenó los pulmones de Potter haciendo que este mostrara una mueca de desagrado.

—Ugh, huele a Malfoy. —se quejó mientras entraba a uno de los cubículos.

(...)

La clase de pociones estaba llena de aromas distintos y espirales de humo que danzaban por el aire haciendo que se humedeciera.

El profesor Horace Slughorn explicaba a sus alumnos lo que debían hacer en esa primera clase de pociones.

—Bien, alguien puede decirme cuál es el nombre de esta poción y sus efectos. —pidió con una amable sonrisa a sus alumnos.

Dos manos se alzaron en el aire, Malfoy y Granger competían por responder aquella simple pregunta.

—Bueno, eh... Señor Malfoy. —decidió haciendo que la fémina gruñera por lo bajo.

—Es amortentia, señor.—dijo mientras se removía en su sitio nerviosamente.— es el filtro más fuerte de amor hasta ahora conocido, esta poción no produce amor; pero si una fuerte obsesión por la persona quien la toma. Lo he reconocido por las espirales que realiza el humo al elevarse en el aire y su ya conocido color anaranjado. —Slughorn asintió dándole a añadir qué olía el.— Em...yo huelo a, —se inclinó un poco más sobre la mesa.—melocón mezclado con champú de marca blanca y a...—volvió a aspirar, pero en ese momento, Potter podría jurar que aquel chico de pelo plateado le había dirigido una fugaz mirada.—escoba nueva.—finalizó volviendo a su lugar.

—Una explicación muy detallada señor Malfoy, diez puntos para Slytherin.—regaló haciendo que de los labios de el rubio surgiera una sonrisa orgullosa.—Bien, ahora deberan preparar una poción de muertos en vida, la recompemsa será un pequeño frasco de suerte líquida.—explicó mostrando un pequeño botecito con un líquido transparente en su interior. Instintivamente Zabini dirigió una mirada a sus dos amigos, que ya se encontraban mirándolo, el rubio asintió.—24 horas de suerte, tienen una hora. —finalizó con una sonrisa.

La sala era un completo caos, varios alumnos frustrados intentado conseguir un color y solo conseguían otro completamente diferente.

Malfoy estaba empezando a perder la calma, por culpa de Theodore Nott había echado un ingrediente en vez de otro haciendo que tuviera que seguir pasos enseñados por su padrino de memoria. Alzó la vista encontrandose con un Harry Potter tranquilo, como si todo fuese tan fácil, apretó fuertemente los dientes.

—¡TIEMPO! —informó el profesor levantando ambas manos. Los alumnos se detuvieron.

Finalmente, Potter fue el alumno ganador de la suerte líquida.

Los alumnos se dispersaban.

—Blaise, vámonos, tenemos que terminarlo.—malfoy dirigió la mirada a su amiga.— Pansy. —el trío de plata salió de la sala con el típico aura despectivo que los slytherin solían usar.

Harry miraba al trío con sus sospechas casi afirmadas.

—Los voy a seguir.—avisó el moreno mientras se escabullía de sus amigos.

—¡HARRY! —llamó la chica.—es imposible.

//primer capítulo uwu//
//¿Qué les pareció? Les dije que haría una historia y aquí se la traigo//


Tras las máscara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora