EL LEÓN Y EL RATÓN

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Estaba un Ratoncito preso en las garras de un León. El desdichado no fue preso por ladrón de tocino, ni de queso, sino porque con otros molestaba al Rey que descansaba. Pide perdón, llora su insolencia. Al Rey le gana la clemencia: "Te perdono" le dice como sentencia. Poco después, cazando el León tropieza con una red oculta en la maleza y así prisionero se queda. Resuena la selva rugiendo el fiero, y el Ratoncito que lo siente volando llega y roe diligente, los nudos de tal manera que al fin, a la fiera libera.
Conviene al poderoso con los infelices ser piadoso, pues puede verse necesitado del auxilio del desdichado.

Samaniego

Unas fábulas muy humanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora