Faltando a las reglas.

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Había pasado una semana desde que había encontrado la foto del beso entre Niall y Brianna. Maddie me había hecho literalmente una escena escandalosa porque “¡¿CÓMO PUEDE SER QUE HAYAS ESPERADO HASTA AHORA PARA CONTARME DE LA FOTO?!” .Todavía no estoy segura de cómo me siento. Ya me admití que Niall seguía enamorado de Brianna (aunque él no lo dijera y Maddie pensara lo contrario) y estoy tratando de pasar por sobre eso, entender que somos nada más que un par de hojas y firmas.

Hoy tocaba otra salida, esta vez al zoológico. Una razón para no centrar toda mi atención en Niall, ni tener que estar abrazados o besándonos todo el tiempo. Ah, sí, ya habíamos anunciado una relación al público. Increíble la cantidad de odio que me llega a través de las redes sociales. Si supieran que no siente nada por mí, qué gracioso.

Tenía puesto mi jean desgastado con un abrigo de hilo color rosa pálido y unas Converse del mismo color. Me encontraba en el baño que correspondía a mi pieza, haciéndome unos rulos naturales con crema y mis manos. Cuando terminé, me coloqué el collar de corazón que Niall me había regalado hacía apenas unos días, cuando anunciamos la relación. Mantenía las apariencias.

Con todo listo, me miré una última vez al espejo, suspiré y me mostré una sonrisa a mí misma para darme fuerzas. Bajé a trote las escaleras. Emily había apartado la mesa ratona y estaba practicando pasos de baile. Había comenzado sus clases apenas ayer y claro, yo las pagaba. Pero me gustaba que siguiera sus sueños. Al menos alguien de la familia haría lo que le gustaba.

—¿Cómo van esos tendú*?

—Podrían ir mejor —respondió ella frustrada y se sentó con las rodillas cruzadas en el piso.

—Apenas empiezas, tranquila —me acerqué a ella y le revolví el pelo, a lo que respondió sonriendo.— ¿Mamá?

—No ha vuelto—-se encogió de hombros y volvió a practicar su paso.

Ella sabía que hoy trabajaba, mierda, ¿dónde se metió? Saqué mi teléfono y la llamé. Rechazó la llamada y respondió con un mensaje de texto.

“No llego, hay mucho tránsito. Quédate con Em hasta que vuelva.”

“¿Y mi trabajo?”

“Puede esperar.”

Ni bien el mensaje llegó a mi celular, el timbre sonó. Niall había llegado y quién sabía cuánto tiempo tardaría mi madre en llegar. Fui a abrir con mi sonrisa más sincera y le expliqué mi situación a Niall. Aceptó pasar después de mi invitación, a esperar hasta que llegara.

—Em, ¿no tienes sueño?

—No. Quiero que este paso me salga —se cruzó de brazos indignada.

—Quizá si descansas, cuando despiertes te salga.

—Tienes razón. Iré a dormir, te amo —se acercó a mí, me abrazó, saludó a Niall con la mano y corrió a su habitación.

No podía evitar estar con la mandíbula colgando ante aquella situación. Niall se acercó a mí y cerró mi mandíbula delicadamente.

—Hay moscas —bromeó, provocando mi risa.

—Nunca había sido tan malditamente sencillo mandarla a dormir.

Me senté en el sillón y lo invité a sentarse a mi lado, prendí la tele y abracé mis piernas.

—Perdona la situación, mi madre es una maldita idiota.

—Tranquila. De todas formas, me estoy cansando de recorrer toda la ciudad y actuar, ¿tú no? Prefiero que nos quedemos aquí hablando o mirando alguna película. Digo, ahora que nos toleramos —me sacó la lengua y se rió.

—Sí, tienes razón... Qué loco, hace un mes no se me hubiera cruzado el que estés en mi casa.

Quedamos en un silencio cómodo hasta que llegó mi madre. Le hice un gesto de que haga silencio porque Emily dormía y asintió. Preguntó en un susurro si nos quedaríamos y yo miré a Niall, dejando la elección en él. Solo se encogió de hombros, pero sabía que quería quedarse así que asentí y le dije que estaríamos en mi habitación. Subimos y una vez los dos dentro, cerré la puerta con el pestillo, cerré la ventana y encendí la estufa.

—Entonces, ¿cuáles son tus planes para hoy? —preguntó mientras se sentaba de piernas cruzadas en mi cama.

—Primero, si vas a estar en mi cama, quítate las zapatillas —lo acusé con el dedo.

Se quitó las zapatillas riéndose, sabiendo que era una broma pero que realmente quería que se las quitara.

—En realidad no tengo nada planeado, pero quedarnos aquí es la mejor idea que tuve en bastante tiempo —me tiré de espaldas en mi cama y lo miré.

—Bueno, creo que el hecho de tirarnos en la cama es genial para un día como hoy. ¿Sabes cuál es el problema? Que no entramos en tu cama.

Me reí y me senté con la espalda apoyada en la pared, dejándole un lugar a Niall a mi lado. Puse música de mi celular: Wherever You Are - 5 Seconds Of Summer.

—Son muy talentosos —dijo Niall automáticamente.

—Oh, sí, realmente lo son. ¿Los has visto? Dios mío, Michael es el amor de mi vida.

—En realidad, yo lo soy —me guiñó un ojo.

Me reí, sin saber cómo tomar esa broma. Yo trataba de olvidarlo y él hacía ese tipo de comentarios.

Cambiábamos de posición constantemente porque se acalambraban nuestros brazos y piernas. Estuvimos hablando toda la tarde y, gracias a Dios, mi madre no había interrumpido. Le conté mi gusto en la música y como me gustaría ser bailarina, como mi hermana menor. Él me contó que si no estuviera en la industria de la música, sería contador. Yo le conté que casi no mantenía contacto con el resto de mi familia, él me contó que era muy cercano a su primo. Yo sólo comenté que mi padre había fallecido, pero no entramos en detalles. Compartimos bromas, películas, series, algún que otro secreto e incluso nos tomamos algunas fotos que seguramente Paul se encargaría de infiltrar en alguna prensa.

Al final del día, me pidió que le abriera la puerta y me agradeció la bonita tarde que habíamos pasado. Estaba feliz, lo notaba, y yo también lo estaba. Logramos hacernos bastante unidos y quizá esto nos llevaría a ser amigos... Bueno, algo así, hasta que borre mis sentimientos por él. En la puerta recosté un costado en el marco, Niall estaba en el porche. Le pedí que me avisara cuando llegara, aunque sólo era una excusa para volver a hablar con él. Dijimos que quedábamos en contacto y yo acepté. Se dio vuelta y bajó un escalón cuando se quedó quieto, mirando a la nada, y volvió a subir.

—¿Qué pasa? —pregunté con el ceño fruncido.

—Hay un papparazzi —respondió acercándose más a mí.

Le sonreí y tiré de su remera, como la primera vez que yo había tomado la iniciativa de besarlo. Lo acerqué a mí y primero junté nuestras frentes, manteniendo mis ojos fijos en los suyos, hasta que los de él bajaron a mis labios. Rocé mi nariz con la suya, torciendo mi cabeza un poco a la derecha para juntar nuestros labios. Llevé mis brazos a su nuca mientras sus manos estaban en cada una de mis mejillas. Enterré mis dedos en su pelo exactamente en el mismo momento en que juntaba nuestros labios. Podía escuchar el choque entre ellos, cada vez que se separaban y volvían a juntarse, podía sentir el latir de mi corazón contra mi pecho y la respiración pesada de Niall. Cuando nos separamos, me miró fijamente a los ojos y me abrazó. Me abrazó tan fuerte como cuando volví de mi secuestro. Su olor era tan tentador que me atreví a robarle otro beso corto y despedirlo con una sonrisa.

Cuando se acercó a su auto, recorrí con la mirada la cuadra. Nada.

—No hay ningún papparazzi —lo acusé confundida.

Se dio vuelta y me guiñó el ojo.

—Lo sé.

Se metió al auto y me quedé ahí un rato, viendo como el auto se iba haciendo más chiquitito a medida que se perdía en la distancia. Con mi cabeza dando vueltas, cerré la puerta y me senté en mis escaleras. Me quedé ahí hasta que el sol desapareció por el horizonte, y no podía negar que lo único que pasaba por mi mente era Niall.

*Paso de baile en danza clásica.

Detrás de las cámaras » n.h «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora