-Tenemos que hablar- dijo mi madre biológica rompiendo el incomodo silencio que se instauró después de las palabras del que al parecer era mi padrastro.
-Desde luego- dijo mi hermanastro con una sonrisa en el rostro.
-Tomemos las cosas con calma.
Procedimos a sentarnos en un amplio sofá de color grisáceo.
-¿Estás lista para escuchar la verdad cielo?-dijo mi madre.
-Por favor.- la verdad, es que llevaba list años, la necesitaba.
- Yo tenía 18 años cuando me quedé embarazada de ti, pequeña. Tu padre y yo eramos muy jovenes y estabamos muy enamorados. Llevábamos saliendo desde que tenía 16, ya que eramos vecinos y la chispa no tardó en surgir entre nosotros, pero esa es otra história.- se rió, nerviosa- Yo recién comenzaba la universidad y entré un poco en pánico, tu padre era mayor que yo, dos años mayor, y temía interrumpir sus planes y que me dejara. Él era todo lo que tenía, tus abuelos murieron en un accidente de tráfico ese mismo año y yo estaba sola desde entonces, bueno sola no, tenía a tu padre. No fui capaz de decirle a tu padre sobre el embarazo, tenía demasiado miedo, pero de alguna manera Daniel lo descubrió, encontró el test de embarazo que había escondido y me preguntó al respecto. Lloré muchísimo y le pedí disculpas, le dije que no podía abortar, eras nuestra bebé, eras nuestra. Él me abrazó y me dijo que esa idea no estaba sobre la mesa, que te íbamos a criar y que serías la niña más feliz del universo. Me ilusioné muchísimo, te quise desde ese momento más que a nada en el mundo. Tu padre comenzó a trabajar a tiempo completo, pero no me dejó a mí dejar los estudios, dijo que te teníamos que dar un futuro y que yo sería la mamá médica más buena del mundo. - sonreí ante esa anécdota- el tiempo fue pasando y lo que no gastábamos en el día a día lo guardábamos en una cuenta a tu nombre, para darte un futuro. Un día tu padre fue a ingresar una parte de su sueldo en tu cuenta, se despidió con un beso en mis labios y otro en mi pancita, me dijo que volvería pronto y nos traería una pizza para los tres. No volvió pronto, nunca volvió- se limpió las lágrimas en la manga de su suéter- hubo un atraco en el banco y tu padre salvó a una pequeña niña de ser asesinada, siempre fue un gran hombre. Pronto naciste tú, la pena, las preocupaciones de la universidad, los problemas económicos... todo se volvió demasiado y fui diagnosticada con depresión post-parto. No era alguien estable, ni tenía o confiaba en nadie para que te cuidara. Me sentía inútil, mala madre. Los padres de tu padre, bueno, su madre era maltratada y se negaba a denunciar a su marido que era, a su vez, un maldito alcohólico. No podía dejarte al cargo de nadie. Así que un día, después de pensarlo mucho te di en adopción. Me arrepiento hija- cogió mis manos- una vez vi el caso en la televisión, todo lo que te hicieron- comenzó a sollozar más fuerte- fue mi culpa, fui una mala madre, era una cría, pero tu lo eras más y necesitabas a tu madre, me necesitabas a mí. Y yo te quiero hija, te quiero muchísimo.
La abracé, fuerte, ahora lo entendía todo, ella me quería, ellos me querían, ya era hora de de darme la oportunidad de querer y crecer en una familia, en este caso, nunca es demasiado tarde.
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Aprendiendo a confiar.
RomanceNo es fácil, pero estaba determinada a volver a confiar, a volver a ser, a volver a vivir.