Capítulo 38

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No sé porqué me encontraba nervioso desde que desperté, JiMin estaba muy entusiasmado con la fiesta, pero detrás de su entusiasmo seguía habiendo aquella preocupación que me había dejado ver anoche.

--¡Te espero abajo junto con TaeHyung!--me gritó JiMin desde el exterior de mi habitación y luego se paró en mi puerta--. No tardes--me sonrió.

Lucía hermoso con ese saco púrpura que había comprado para esta ocasión especial. Aquella hermosa tela se le entallaba a su esbelto cuerpo y los pantalones resaltaban sus piernas bien trabajadas. Llevaba su cabello liso, más de lo que ya lo tenía, cayendo libremente sobre su frente.

--Ya voy--musité--. Sólo me pongo la camisa.

Me sonrió y oí cuando salió del apartamento.

Suspiré, combinando mi dióxido de carbono con el oxígeno de mí alrededor. Tomé el traje que TaeHyung me había elegido y me lo puse, intentando no despeinar mi cabello.

Traté de enganchar los tiradores que decidí agregarle, pero no lograba alcanzar a colocarlos en la parte trasera.

--Demonios--farfullé.

Salí de mi habitación, JiMin había apagado las luces del departamento y sólo era iluminado por el atardecer del exterior que se filtraba por la ventana y la luz amarillenta que salía de mi cuarto entre abierto. Intenté engancharlo de nuevo, pero fracasé en la maniobra.

De pronto, la puerta se abrió, JiMin podría llegar a ser muy desesperado.

--¿Tienes problemas?--pero esa no era la voz de JiMin.

Me quedé inmóvil al reconocer a TaeHyung, luego me giré avergonzado. Aun en la oscuridad, podía verle. Llevaba puesto un esmoquin negro, ajustado a su perfecto cuerpo; su camisa blanca era del mismo color que el moño. Su figura me quitó el aliento.

--Emm… no puedo engancharlo--musité, atolondrado--. ¿Podrías…?--manoteé en la oscuridad, señalando mi espalda.

--Claro--se acercó hasta mí, su perfume bailoteó por mi nariz.

Me giré y le di la espalda para que pudiera enganchar el broche del tirador.

Sentí sus manos en mi espalda, el tacto hizo que la piel de todo el cuerpo se me erizara. No se oía nada, excepto nuestras respiraciones y los sonidos apenas audibles provenientes del exterior. El broche encajó por completo, pero no me moví. Él aun sujetaba con sus manos mi espalda.

Y de pronto, sentí cómo acurrucó su nariz entre mis cabello y cómo su respiración los traspasaba golpeando con delicadeza mi cuello. El corazón se me aceleró, tanto que me pregunté si él podía oírlo.

--TaeHyung…--murmuré, ¿qué estaba haciendo?

Pero el silencio persistió y su respiración acariciaba la piel de mi cuello con más intensidad, haciendo que el estómago se me encogiera, que la piel se me erizara y que toda cordura huyera.

--¿Chicos por qué tardan tanto?--la voz de JiMin me hizo pegar un brinco.

Sentí cómo la respiración de TaeHyung se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso. ¿JiMin habrá visto…? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.

--Esto sí que está oscuro--dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.

Estaba de espaldas a la escena, pero JiMin no parecía para nada sorprendido, molesto o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Me giré, lo vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos muy abiertos maravillado por mi atuendo. Luego divisé a TaeHyung, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y… a un metro de distancia de mí.

El Manual de lo prohibido [TaeGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora