ÉLITE | Ander Muñoz.

➳ 02 || Nano.

❝ LARA'S POV ❞

Me encontraba en mi habitación, tumbada, viendo teen wolf como por quinta vez, y como no verla de nuevo, si Dylan O'brien es un yogurín, estaba concentrada en la pantalla cuando alguien me llamó al móvil.

Me levanté de la cama a coger el móvil que se encontraba en el escritorio y vi que se trataba de Samu.

— Ya puede ser importante Samu, me has interrumpido mi maratón de series.— dije descolgando la llamada.

— Vaya, tanto tiempo sin hablar contigo y ya me cambias el nombre.— dijeron al otro lado de la llamada.

— N-no, no puede ser... ¡Nano! ¿ya estás fuera de la cárcel? ¿Porqué no me has avisado antes? ¿Dónde estás? ¿Estás bien?— estaba super alegre de que al fin estuviera fuera de la cárcel, le echaba muchísimo de menos.

— Relájate enana, asómate por la ventana si quieres saberlo.— contestó riéndose.

Así que fui corriendo a la ventana, confundida la abrí y pegué un grito cuando vi a Nano ahí parado, justo enfrente de mi casa.
Sin pensarlo dos veces, salí corriendo de mi habitación hacia la calle, necesitaba abrazarle, hace demasiado tiempo que no le veo y si hablamos de abrazarle ya ni te digo.
Abrí la puerta de casa y corrí hacia él al verle justo en frente de la puerta, con su típica sonrisa que me volvía loca y su también típica chaqueta de cuero que le hacía ver un chico malo, de esos que tanto me llaman la atención.

Salté encima suya, rodeando sus caderas con mis piernas mientras nos abrazábamos.

— Dios Nano, te he echado muchísimo de menos, ni te lo imaginas.— le susurré en el oído aún abrazados.

— Y yo a ti, enana, y yo a ti.— me contestó acariciando mi pelo.

Rompimos el abrazo y me bajé de encima suya.

— ¿Cómo estás? — pregunté sonriendo con mis brazos entrelazados detrás de su cuello.

— Mejor que nunca. Estás preciosa.— me sonrió.

— Tú también estás guapísimo, te ha sentado estupendamente esto de estar en la cárcel.— afirmé. A continuación le di un beso en la mejilla.

— Ya ves, si es que quien es guapo, lo es toda la vida.— me contestó.

— Idiota, tienes un morro que te lo pisas.— le pegué amistosamente en el hombro, mientras nos reíamos.

— ¿Tienes algo que hacer ahora?— me preguntó Nano.

— Sí, nos tenemos que poner al día, ¿vamos a mi habitación?— dije mirándole.

— Mejor vamos a mi casa, tu familia no me aprecia mucho que digamos.— dijo rodando los ojos.

— Como prefieras, vamos.—contesté mientras andábamos hacia su casa.

— ¿Quieres?— me preguntó enseñándome un cigarrillo.

— Me ofende la duda.— contesté. Se lo quité de su mano una vez encendido y di la primera calada. Absorbí todo lo que pude, lo necesitaba, dejé salir el aire y se lo pasé.