I

391 42 2
                                    


Todo era hermoso y armonioso, jugaba con mis amigos en aquel paraíso, era muy divertido pasar el tiempo con ellos en aquel lugar, mi padre nos mandó a llamar a todos, sabíamos que era la hora de dejar aquel paraíso e ir al mundo terrenal, después de todo para eso nos habían entrenado estos diez años.

—Como saben, hoy una gran mayoría de niños cumplen sus cinco años —pronuncio de manera seria mi padre— y como los ángeles que son ustedes, es su deber a partir de ahora cuidar al niño que se les he de asignar.

Como lo dijo el sorteo empezó fui el último en tomar la pluma, donde se encontraba el nombre y la ubicación del niño que a partir de ahora sería nuestro protegido.

—No olviden que nuestra misión como ángeles es guiar a nuestro niño por el camino correcto, protegerlo de todo peligro, pero tengan siempre en cuenta las reglas —dicho eso nos dio la orden de partida.

Al llegar al mundo terrenal fui directamente a donde se encontraba mi niño, el cual era muy lindo, ojos azules, cabello rojizo, piel blanca y un poco bajito, era perfecto, lo detallé cuidadosamente, verlo allí sentado comiendo helado, junto con un niño mucho más alto que él fue la escena más bonita del mundo, pues aquel niño al igual que yo, se había enamorado de tan hermosa sonrisa, una sonrisa que estaba untada de un poco de vainilla, pero que reflejaba en sus ojos la inocencia de mi niño.

Como primer requisito para cuidar de él, me transformé en lo que el más deseaba, un nuevo amigo con el cual compartir, desapareciendo mis tan hermosas alas y cambiando un poco mis ropas, me hice terrenal, a partir de ahora sería un "humano" más. Con algo de timidez me acerqué aquellos dos, y mostrando una leve sonrisa decidí presentarme.

—Mucho gusto, soy Fyodor —pronuncie ganándome la atención de ambos— soy nuevo en este lugar.

—Qué lindo eres —dijo mi lindo niño— yo soy Chuuya y él es mi amigo Osamu, es un gusto conocerte —su sonrisa era perfecta.

—Para mí no lo es —pronuncio aquel castaño— solo serás un estorbo —empujándome con fuerza hizo que cayera al suelo sentado.

—No hagas eso Osamu —le regaño Chuuya, en lo que me ayudaba a levantar— no le pongas cuidado, Osamu solo es un poquito celoso —murmuro sonriente.

—Chuuya —te llamo aquel niño— vamos a casa, empieza hacer frio —pidió.

—Tienes razón, vamos —tomando mi mano empezó a caminar junto aquel chico.

—La idea era ir sin el —murmuro molesto.

—No lo vamos a dejar aquí solito —regalándole una sonrisa, aquel chico pareció resignarse— ¿te gusta los videos juego? —me pregunto.

—Nunca eh jugado alguno —respondí sincero, pues de eso no hay en el cielo— pero me gustaría aprender.

—Yo te enseñare, soy muy bueno en ellos —dijo orgulloso de sí mismo.

Aquel día me divertí y conocí muchas más cosas de mi niño, él era lacosita más linda que podía haber, estoy seguro que será un gran chico cuandocrezca.    

Mi Condena, Valio la PenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora