A solas conmigo

Revanche

Chanyeol tomó la almohada al lado de él y me la entregó en completo silencio. Yo la tomé y comencé a colocarla debajo de sus nalgas. En respuesta, él inmediatamente me ayudó y una vez que terminó subió sus rodillas contra su pecho desviando la mirada hacia el lado rehuyendo de mí. 

Estaba casi seguro que si ahora mismo hubiera luz sus mejillas debían ser del color de la grana, era una idea adorable. Maldije por no tener luz en este momento, la próxima vez me aseguraría de que todo estuviera muy bien iluminado.

Ante mi demora Channie intentó bajar las piernas, tal vez un poco avergonzado pero se lo impedí, obligándolo a mantener la posición mientras volví a enterrar mi cara entre sus piernas. Que ya supiera hasta dónde iba a llegar no quería decir que estuviera apurado por llegar al fin del camino. Además, si algo había aprendido bajo las manos expertas de Chanyeol era acerca del placer y ahora tenía en mente enseñárselo todo de golpe.

Estaba disfrutando el sentir el poder que proporcionaba ver a la persona que amas retorcerse de placer y ver a Chanyeol levantar sus caderas en un mudo ruego por más era una manera de saberlo. Había que estar muy loco para no amar esto: el salado sabor, el caliente y fresco aroma de la piel de mi novio. Gemí suavemente de placer cuando el sabor salado del fluido preseminal de Chanyeol llenó mi boca.

Lamerlo no era suficiente, bajando la cabeza tomé el largo miembro en la boca hasta que sentí la ancha cabeza del pene contra la parte de atrás de la garganta. Nunca había podido hacerlo, pero parecía que la emoción del momento había ayudado, tal vez era solo falta de práctica. Tenía que tomar nota, practicar, estaba seguro que Chanyeol iba a estar más que dispuesto.

Tomé una profunda respiración y tragué incluso más profundamente, tomándolo todo el camino hasta que mi cara quedó presionada contra la ingle y los pelitos de Channie me hicieron cosquilla en la nariz. Yo nunca había pensado que pudiera sentir tanto placer sintiendo la piel aterciopelada del pene de Channie deslizarse por mis labios. Mi propio pene estaba duro como una roca mientras me empujaba arriba y abajo contra Chanyeol tomando el eje tan profundo como podía, tan profundo como nunca había imaginado que pudiera llegar.

Nunca pensé que sería capaz de hacer esto, pero Chanyeol había cambiado muchas cosas en mi vida, el sexo y la idea que tenía del mismo eran unas de ellas. Pero ahora solo podía pensar en la increíblemente erótica sensación, de tomarlo tan profundo que no quedara nada fuera de mi boca.

Pero no era el único afectado por mi hazaña, Chanyeol estaba atrapado en una burbuja de placer y gemidos. Sentí el salado y conocido sabor del presemen fluir sobre mi lengua, chupé más fuerte mientras apreté la base del pene para impedirle cualquier tipo de liberación. Chupé varias veces con fuerza mientras fortalecía el agarre hasta que sentí a Chanyeol lloriquear pidiendo su liberación.

— Voy a hacer que te corras. — Dije con la voz más ronca de lo normal.— Vas a correrte tan duro que nunca lo olvidarás. — Tomé el presemen y lo esparcí por la palpitante cabeza. — Pero vas a hacerlo mientras esté bien profundo dentro de ti.

Sentí surgir la oleada de lujuria ante mis propias palabras y las sacudidas de placer que obtuve del cuerpo de Chanyeol en respuesta. Volví a tomar el lubricante en mis manos y lo esparcí tanto por la furiosa erección como por la dispuesta entrada. Y también agregué un poco sobre mi propia erección, solté un gemido cuando mi mano se deslizó. Estaba tan entusiasmado con darle placer a Chanyeol que no había notado la necesidad y urgencia que sentía en ese momento.

Pero aún faltaba bastante, así que tenía que controlar mi deseo porque ahora mi prioridad era otra. La entrada de Chanyeol había vuelto a fruncirse, pero cuando introduje un dedo respondió dilatándose mucho más rápido que la vez anterior. Di una embestida audaz chocando directamente contra la próstata y Chanyeol se retorció de placer implorando clemencia. Haciendo caso omiso las súplicas volví a apretar la erección impidiendo cualquier tipo de liberación y seguí torturando su punto dulce una y otra vez.