Día 5. Te quiero pero no podemos estar juntos.

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— ¿Misty?

Siente que las palabras que salen de su boca se quiebran dolorosamente mientras intenta hablar, preguntando nada y todo a la vez, mientras observa fijamente los ojos verde azulados, tan cristalinos y puros, como si fuera a llorar en cualquier momento.

—… Te quiero…

Su voz llega como una caricia muerta en oídos vivos, su delicada mano que se mantiene sobre su mejilla intenta quedarse, pero tiembla y le hace temer que dentro de poco ese contacto dejará de existir.
 
—… Pero, no podemos estar juntos…

—No, Misty… Claro que podemos estar juntos, tu, yo… Pikachu...

Intenta no llorar mientras piensa en que decir, rememorando a cualquier persona importante en sus vidas, palabras que salen atropelladamente de su boca, desesperado por seguir hablar y que ella alcance a escucharlo.
Y entonces la escucha reír, retorciéndose del dolor en sus brazos mientras intenta sonreír, aparentando que todo sigue bien, aun cuando el tiempo se les está acabando.

—Estarás bien sin mi, Ash, tendrás una vida mejor.

— ¡No digas eso! ¡Mi vida esta perfecta contigo y así quiero que se quede!

—Ash.

— ¡Silencio!

El grito hace eco en la habitación, mientras un constante goteo se deja escuchar en el vacío total, antes de que el ruido de pisadas comience a escucharse a la lejanía, pero están tan lejos y el lugar parece un laberinto, que aun cuando quiere sonreír con la esperanza de que llegara la ayuda sabe que no lo harán, nadie llegara a tiempo.

— ¿Te duele?

Pregunta en un susurro arrepentido, avergonzado de su grito anterior y sujetando fuertemente la mano que se encuentra sobre su mejilla, ayudandola a mantenerse ahi y sintiendo la calidez de la joven que aún existe, ese que poco a poco se va extinguiendo.

—Un poco… Estoy, empezando, a dejar de sentir.

— ¿Entonces tienes frío?

—Ash…

Es su mirada, moribunda y sin brillo, la que le hace comprender que ya llegó a su límite, siente entonces como la respiración se ralentiza cada vez más mientras el goteo, tan constante y seguro, se sigue escapando del cuerpo de la joven, el líquido carmesí que le ayuda a sobrevivir sigue creando un charco a su alrededor, justo donde se encuentra hincado y la joven recostada entre sus brazos.

— ¿Misty?

Sus ojos seguían abiertos, pero la luz en ellos finamente se habían extinguido, su débil mano finalmente se deslizó entre sus dedos y cayó, blanca y muerta hacia el concreto del que estaba hecho el suelo, ensuciándose del líquido carmesí que lentamente se había escapado de su mano.

—Nosotros… Nosotros sí podemos estar juntos.

Sintió finamente las lágrimas correr por sus mejillas, observando los ojos muertos de quien fue su mejor amiga, su gran amor.

—Podemos, podemos estar juntos.

Repitió, desesperado, antes de abrazarse desesperadamente al cuerpo que yacía entre sus brazos, frío y muerto, pero era lo único que tenía en aquel momento, donde no había nadie más y a donde tardarían en llegar.

—Misty…

Si… Ellos se querían, no, se amaban. Pero ya no podían estar juntos.

Ya no.

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