En aquella inmensa oscuridad pude, durante unos segundos, vislumbrar una luz, un destello; pero, para mi sorpresa, no fue un hecho aislado. Día tras día seguía mostrándose la luz misteriosa.
No conocía su procedencia, ni lo que me quería decir. Meses después, me desperté del coma y, en ese momento, lo entendí todo.