— Mañana será, ¡lo prometo!— No te preocupes tanto —Rió Donghyuck, tomando las manos del castaño entre las propias.
— En serio tenía ganas de salir contigo hoy... —Bajó un poco la mirada a la vez que entrelazaba sus dedos con los del menor.
— Saldremos después, no voy a morirme por pasar una tarde sin ti y tu tampoco —Se burló el moreno.
— Bueno... Yo no puedo prometer nada.
Donghyuck se paró en las puntas de sus pies para estampar un corto pero sonoro beso en los labios de Mark.
— Y dices que yo soy el cursi... —Rodeó el cuello del más alto con sus brazos— Eres todo un caso, Mark Lee.
— Pero así te gusto —Dijo el canadiense, enseñando una sonrisa ladina.
— Yo no puedo prometer nada.
— ¡Hyuck! —Se quejó Mark antes de alejarlo con un ligero empujoncito.
El poco coraje que tenía se desvaneció en cuestión de nada al escuchar la enérgica risa del moreno, haciendo que sus mejillas se coloraran sutilmente y su pecho se comprimiera en una explosión de mariposas. Sus labios se cerraron en una sonrisa gentil y se acercó nuevamente a Donghyuck.
— Bueno ya... —Pronunció suavemente—. Me tengo que ir.
A pesar de sus palabras el pelirrojo le miró como si ya lo estuviera extrañando y acortó aún más la distancia entre ellos para tomar a Mark de los antebrazos.
— Entonces, ¿te veo luego? —Preguntó el más bajo.
— Nos vemos pronto.
Ni con todo el dinero del mundo podría comprar Mark la expresión de cariño que el moreno le dedicaba únicamente a él; juraría haber visto el centelleo en sus grandes ojos antes de juntar sus belfos nuevamente en una dulce despedida.
— Te quiero... —Susurró Donghyuck delicadamente.
— Yo a ti, osito.
Juntaron sus frentes silenciosamente para verse a los ojos en un momento íntimo.
— Este... ¿Mark? —Interrumpió el menor en voz baja—. Nos están viendo todos.
El canadiense desvió la mirada para confirmar que, efectivamente, muchos de los alumnos saliendo por la puerta frontal de la escuela los miraban con curiosidad. El rostro de Mark enrojeció violentamente antes de soltar a Donghyuck.
— B-Bueno este... ¡Ya me voy, nos vemos mañana! ¡Te quiero! —Exclamó rápidamente, visiblemente apenado.
El castaño salió corriendo del lugar, dejando atrás al moreno, quién se limitó a seguir con la mirada su figura desapareciendo en el horizonte. Donghyuck dejó salir una pequeña risa para sus propios oídos y pasó su pulgar suavemente por sus labios. Se sentía extrañamente satisfecho.
Después de tantos meses de persecusión, de un aparentemente eterno juego de estira y afloja al fin había cumplido su cometido. Tenía a Mark Lee. El chico de sus sueños, el que pareció caer del cielo con su acento marcado y sus ojos de cachorrito, era suyo. Se sentía victorioso por sobre el resto de la población, puesto que era el único con el privilegio de poder tomar a Mark del brazo a mitad de la calle y gritar "Este es mi novio" a todo pulmón.
El mayor no tenía la más mínima idea, pero su popularidad entre las chicas de la escuela no era cosa de broma. Su estatus como extrajero había despertado el interés del cuerpo estudiantil desde un principio, pero fue su ética de trabajo, su amabilidad impecable y su amena sonrisa lo que lo convirtió en uno de los chicos más codiciados del instituto. El hecho de que se enamorara de una de las pocas jovencitas inmunes a sus encantos solo hacía más evidente su más grande defecto, su mala suerte.
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Let me help you || Markhyuck
RomanceMark tiene problemas para acercarse a la chica que le gusta, y como todo gran amigo, Donghyuck se ofrece a enseñarle a llevar una relación. Ninguno pensó que se descontrolaría de esa forma.