Había sentido la carga sexual desde la primera vez que Oriana había vuelto a casa desde la universidad, saliendo del cuarto de baño con una toalla muy fina, dejando al descubierto sus kilométricas piernas bronceadas. Ella había pasado tan cerca de él que juraría, después de todos estos años, que había presionado sus pecho contra el deliberadamente, su mano fantasmal sobre su abdomen. Pero mientras que si madre hubiera estado viva, solo hubiera sido un coqueteo, una línea prohibida que hubiera mirado con curiosidad, pero nunca se había acercado, y desde luego nunca la había cruzado.
Y cuando Cathy había muerto, ambos habían estado demasiado destrozados para ir hasta allí. Oriana se había establecido de vuelta en casa después de ir a la universidad, a pesar de que, antes de que su madre hubiera muerto, había estado hablando de tomar un lugar en la ciudad. Habían creado rutinas donde su atracción sexual jamás se había discutido o tratado, a pesar de que parecían de necesitarse el uno con el otro. Y Julian la oía gritar a altas horas de la noche, sus gemidos guturales endurecian su polla, no importaba lo cansado que estuviera. Había aprendido a correrse con sus gritos, se despertaba y comenzaba a susurrar. Y en la oscuridad de la noche, se imaginaba que estaba derramado semen en su garganta o en el fondo de su coño mojado.
Ahora con ella en ese disfraz, todas las apuestas estaban lanzadas. Josh era un idiota de hacer caso omiso de esto. Sin duda estaría persiguiendo otra falda. Niño *beep*, era siempre el mismo problema.
Los ojos de Julian se sintieron atraídos por la garganta de Oriana, la forma en que se trago el chocolate la sonrisa que toco sus labios, un poco de miga de chocolate se aferro la parte más gorda de su labio inferior. El chocolate contra su lápiz labial escarlata escarlata lo estaba volviendo loco, y el camino hacia ella invadiendo su espacio personal, deslizando su mano sobre su boca y enseguida en sus labios.
Su lengua salió como una flecha, la punta acaricio a un lado de su dedo, y se quejo. Toda pretensión de nobleza se marchó, ella lo deseaba tanto como el la deseaba a ella. E iba a obtener lo que quería.
El la miró de arriba a abajo, pasándose una mano nerviosa por su pelo.
- Te vez increíble - le dijo a Oriana, su voz era áspera y ronca. - Si te vistieras más a menudo así. Conducirás a un hombre a la locura.
- Es solo un disfraz, papi - le susurro, sus ojos grandes y luminosos, el olor de su coño volviéndolo loco.
- Es por halloween, ¿verdad? - pregunto, dando un paso atrás para poner un poco de distancia entre ellos. Tenía que salir de su espacio personal, no podía pensar en el olor de su coño flotando entre ellos y agarrandole las bolas.
- Quien no lo haría, disfrazarse y pedir dulces - ella respondió, con una sonrisa en su cara.
- ¿Te encanta el dulce, no? Sabes que las chicas que comen muchos dulces tienen los dientes picados.
Ella se movió y dejó la copa de vino. Sus uñas pintadas de rojo contrastaban en la luz, contra su bata, si se movía un poco más rozaria sus pezones. Sus caderas se hicieron hacia adelante y las sintió como un ****azo, a pesar de que había tratado de frenarla.
- Me encanta el dulce - susurro mientras se balanceaba hacia enfrente, casi rozando los labios sobre los de el, antes de que ella se diera vuelta, y la maldita falda se subió indecentemente, mostrandole el blanco virginal de sus bragas.
Apretó los puños mientras ella se inclinaba hacia delante inclinándose por un recipiente que contenía algunos dulces de maíz y dulces de mantequilla de maní. Cuando volvió la cabeza hacia el, una pieza de maíz dulce se apretaba sobre sus labios y su lengua estaba chasqueando la punta.
Su polla se sacudió una vez más en sus pantalones.
- No me jodas más, Oriana - gruñó el, moviéndose hacia delante, volteandola y aprisionandola entre el y el mostrador. Estaba encorvada, su pelvis bien ajustada en contra del mostrador, su polla se presionaba con un buffet sensual. Y el era un hombre hambriento. - Debo tomarte aquí.
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Los caramelos de papi Hot (adaptada) orian
Novela JuvenilCuando los planes de Oriana para halloween se hacen humo, se quedó irritada y aburrida. Cuando su padrastro llega a casa, no puede apartar los ojos del ángel caído en botas altas y una minifalda. La tensión sexual que hay entre padrastro e hija expl...