Capitulo 4

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¡Cielos, ella necesitaba ser llenada! Ella necesitaba su polla.

Oriana cerró sus ojos, las sensaciones empezaron a disminuir, dejando caer su cabeza sobre la encimera de fresco granito. Su color estaba empapado, y tan hinchado que estaba segura de que ella no sería capaz de conseguir que sus piernas se cerraran.

Julian se puso de pie, mirándola con los ojos llenos de lujuria. Su pene se presionaba firmemente contra la tela de sus pantalones, los bóxer no podían ocultar lo duro que estaba. Su almizcle, su olor penetrante se elevo contra ella y empezó a caer de rodillas para devolverle el favor, cuando el negó con la cabeza.

El llegó a su alrededor y tomando el tazón de golosinas, haciendo que un dulce de mantequilla de maní estallara en su boca, y luego cerró la distancia entre ellos, capturando su boca en un profundo beso que sabía a el, a ella y a chocolate.

El sabor exploto sobre la lengua de Oriana, ella comenzó a andar a tientas sobre el cordón de sus pantalones, dándole cuenta que sus manos eran incapaces de manejar con destreza el nudo que necesitaba deshacer. Ella murmuró, y empezó a buscar un cuchillo, pero Julian se anticipo a lo que iba a hacer y dio un paso atrás con una sonrisa, deshizo el nudo de sus pantalón y los dejo caer al suelo. En un movimiento dejo caer sus bóxer también.

— Incate hacia el mostrador, pequeña. Papi esta tomando si propio trato de halloween.

Debió haber sonado ridículo, pero la necesidad en su voz hizo que todo lo demás se desvaneciera. Si quería hacérselo por primera vez, ¿Que importaba? Con tal de que esa monstruosa polla estuviera enterrada profundamente, eso era lo único que importaba. Era lo que llamaba necesitaba.

A pesar que su boca se hacía agua por el.

— Quiero chuparte.

— Más tarde. Quiero estar primero dentro de tu coño — respondió, bajando la mano por su espalda. Duró, la empujó un poco más hacia abajo y se dio cuenta de que su dominación añadió otra capa a su excitación. Se inclino, su pecho desnudo rozaba el mostrador. Las sensaciones del frío mostrador eran como dardos que la hicieron gemir y abrir las piernas un poco más, plantar sus botas firmemente en el piso de madera.

Julian se acercó por detrás, guiando su poca entre los labios de su coño, rozando su clitoris, su respiración era como un jadeo en su oído. Oriana se presiono hacia atrás, pidiéndole que entrará, su cuerpo le dolía.

— Por favor papi.

— Paciencia — le susurro, terminando con un pequeño gruñido — Te has estado burlando de mi durante años y ahora papi esta consiguiendo un poco de dulce. Yo lo voy a saborear. Ahora te toca esperar, pequeña.

No había nada más, excepto el molde del mostrador para que Oriana se aferrara a él, y estaba claro que no era lo suficientemente bueno para Julian. La llevo a la sala y la bajo sobre el mullido brazo del sofá.

— Agárrate de los cojines — le dijo, al presionar la pelvis con firmeza contra el brazo del sofá — Si eres buena, en algún momento vamos a hacer esto con alguien en el sofá debajo de ti. Tal vez uno de mis amigos... O uno de los tuyos.

Ella gimió, la idea de compartir a su papi con una de sus amigas o ella ser llenada por completo. El sacudió la cabeza de su pene sobre su clitoris un par de veces, frotandola sobre el borde borde para una mayor estimulación.

Cielos esto era bueno.

— O tal vez te voy a amarrar, toda abierta en mi cama y solo verte allí. Apuesto que te vez hermosa con pinzas en tus pezones y clitoris. — sus dedos dejaron su polla y apretaron su clitoris, la punzada del dolor la hizo gemir y sollozar. Ella apretó su pelvis contra el sofá, con ganas de más estimulación. Pero a diferencia del mostrador, el sofá era mullido, dejándola con ganas de más.

Los caramelos de papi Hot (adaptada) orianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora