04. Alma compasiva, alma trastocada.

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"Las alas del demonio".

Capítulo 4 – "Alma compasiva, alma trastocada".

La suavidad de las sabanas fue lo primero que sintió al abrir los ojos. El olor a limpieza se mezclaba con un perfume que seducía sus sentidos. El hombre, maduro de facciones fuertemente marcadas, acercó la nariz a la fuente de aquella fragancia dulce y aspiró con fuerza. Sintió un cosquilleo en la nariz, al moverse aquel objeto suave y húmedo en el que había hundido el rostro.

- Karamatsu.- Una voz que emanaba una dulzura adictiva habló con un tono de extrañeza.- ¿Qué estás haciendo?

- ¿Eh?

El rostro del sacerdote quedó teñido de color cobrizo al percatarse de que se encontraba con la punta de la nariz metida entre los cabellos de aquel demonio que le había acompañado ya por varios días y le hacía dudar de todo en lo que creía.

- Mghhh, me aplastan...

Saltó de sorpresa cuando notó que un pequeño cuerpo se encontraba entre el demonio y él.

Enfocó su adormilada vista y trató de hacer memoria. Era aquel niño que había quedado huérfano el día anterior. Los recuerdos del demonio aferrándose a este con fuerza llegaron a su cabeza. No hubo ningún poder de convencimiento para que lo dejara ahí ni tampoco en el orfanato anexado a la iglesia. El demonio había abrazado aquel cuerpecito desaliñado, manchado de hollín y suciedad, y lo había hecho parte de su persona hasta que el sacerdote, resignado por sus gritos y pataleos, había cargado con ambos cuerpos de regreso a la iglesia.

Otra memoria borrosa regresó, aquel individuo de mirada gélida, vestido de hábito le recordó a una versión crecida de Osomatsu, o... en una mejor explicación... a él mismo, vestido de mujer.

Karamatsu se encontraba confundido y no recordaba nada después del encuentro, como si tuviese una laguna mental justo después de que hubiese comenzado el ataque de histeria del demonio.

Se llevó una mano a la frente al sentir una punzada en la cabeza. Aquella acción y un quejido de dolor alertaron al demonio de su estado.

- ¿Estás bien, Karamatsu? -Decía mientras se incorporaba y ayudaba al más pequeño a salir de entre las sábanas.

- ¿Le duele, señor? -Preguntó el pequeñito de nombre aún desconocido.

- ¿Qué? Todavía no soy un señor... -Dijo y fue el último en levantarse de la cama.

- No evadas la pregunta... Karamatsu...

El demonio había acercado su rostro al del adulto y había juntado sus frentes para sentir su temperatura. El sacerdote sintió como su respiración se agitaba y su ritmo cardiaco aumentaba, pero al mismo tiempo, una sensación de comodidad le abrazaba. Un sentimiento desconocido lo embargó.

- No pareces tener fiebre... -Dijo con un tono de aliviada preocupación.

Los dos se quedaron estáticos y el demonio adquirió un tenue sonrojo al notar la cercanía del sacerdote. Osomatsu sintió un impacto en la espalda que lo sacó de aquel estado de éxtasis.

- ¡Hermanita, tengo hambre! -Dijo el más pequeñito en un tono juguetón mientras se abrazaba a la cintura del demonio. Karamatsu sintió que le había dedicado una mirada de desprecio cuando sus ojos se encontraron por una pequeña fracción de segundo.

- Claro, debes tener hambre. -Respondió el demonio pero su mirada demostró reflexión ante las palabras de la criatura que demandaba su atención.- N-no soy una chica...

La exclamación sorprendió al pequeño que ahora le veía confundido, y el sacerdote no pudo evitar soltar una sonora carcajada que dejó más colorado al de ojos rojizos.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2018 ⏰

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