03. Réquiem para los muertos en vida

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"Las alas del demonio".

Capítulo 3 – "Réquiem para los muertos en vida".

La mirada de aquella mujer le ponía nervioso, no estaba acostumbrado a confiar en nadie por lo que sólo podía mirarla de reojo mientras se preguntaba el porqué el sacerdote lehabía llevado a su habitación.

Había seguido al hombre después de que le ofreciera comida por lo que no imaginó encontrarse vestido con un hábito de monja mientras era observado por una desconocida.

- ¿Qué está pasando acá? -Preguntó el demonio con un gesto de desconcierto.

-Oh, pensé que tendrías hambre por lo que le dije a Totoko que vendríamos a verla. Sería muy difícil explicar a las otras monjas el porque estás aquí así que lo mejor es que no seas visto por los otros miembros de esta iglesia hasta que el padre Agatho piense en una buena excusa. -Contestó mientras partía una barra de pan y le daba la mitad al más pequeño.

- Tal vez no soy muy listo pero creo que ésta no es una cocina... ¿qué carajos hago en la habitación de una mujer desconocida? -Eldemonio miraba a ambos lleno de desconfianza.

- Sé que es difícil para ti pero debes confiar no sólo en mí sino también en el padre Agatho y en ella. -Dijo el padre mientras posaba sus manos en los cabellos del menor y le entregaba una pequeña cesta de mimbre con comida.

El demonio rodó sus rojizos ojos mientras giraba su cuerpo en señal de protesta.

-Tampoco confío en ti así que no te sientas superior como para darme ordenes. -Contestó mientras mordía un pedazo de pan tratando de no lucir desesperado.

- No te estoy ordenando, sólo te pido que confíesen mí y en mi familia. Eso es todo. -Comenzaba a cansarse de la actitud del menor, pero suspiraba pensando en que después de todo sólo era un mocoso.

El sacerdote se dio cuenta que fuera de aquella mazmorra, el demonio en realidad tenía un carácter bastante fuerte. Aquel cuerpo delicado que temblaba de miedo ahora estaba ahí, devorando aquella comida como un animalito que no confía en nadie.

- Nunca he confiado en nadie y no pretendo hacerlo ahora. -Contestó de manera arrogante.

Parecía que iban a comenzar una pelea, pero una voz dulce y autoritaria interrumpió la réplica que estaba a punto de soltar el sacerdote.

-Esta es mi habitación y también soy quien se ha encargado de conseguir las sobras con las que ambos se están alimentando. -Sonrió de una manera que a ambos se les erizaron los vellos del cuerpo.- Así que agradecería que dejaran de pelearse y de ignorar mi presencia. A Totoko no le gusta que la ignoren.

- Oh, lo siento, Toto-...

- ¡Señorita! ¡No fue mi intención ignorar a una mujer tan hermosa! -El demonio había interrumpido al sacerdote y había saltado en dirección hacia la mujer.

- ¿H-hermosa mujer? -Dijo Totoko con un pequeño sonrojo y tratando de evitar que se formara una sonrisa fanfarrona en sus labios.- E-exageras, s-sólo soy una humilde sierva del señor.

- No, claro que no, es usted muy linda. ¡Preciosa! ¡La mejor! -Dijo el pequeño demonio haciendo fiesta para aquella mujer.

- P-pues qué se le va a hacer... Incluso aunque tienes la misma cara que este padre bueno para nada, se nota que eres más inteligente que él. No puedo evitar ser así de perfecta, jeje... -Se rió con delicadeza mientras dejaba que las cumplidos del demonio inundaran sus sentidos.

Karamatsu emitió un bufido, se acercó hacia el lugar donde ambos estaban y depositó un golpe en la cabeza del demonio de ojos rojizos.

- ¡Ouch...! -Salió de la boca del demonio quien continuaba mirándolecon cierto enojo.

Las alas del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora