A M A N E C E R
[Época actual]
No quise llorar, aunque la verdad es que me dolía saberlo. ¿Cómo podía ser la mala de un cuento mal contado? La injusticia me aplastaba como una roca pesada, y la oscuridad del calabozo me envolvía como un sudario.
Recargué mis manos sobre mis rodillas. El suelo frío se clavaba en mis huesos, un recordatorio constante de mi desventura. La única luz que tenía era el fantasmal brillo de la luna, una luz pálida que no alcanzaba a disipar la terrible oscuridad que me rodeaba.
Miré a mi alrededor, sin tener más que hacer. Desde la llegada de Jungkook y Jin, mi vida se había convertido en una miseria.
— Será mejor dejar caer todo por su propio peso, ¿no crees? — suspiré, y recargué mi cabeza contra la fría pared de piedra. — Esto es lo que conseguí por ser chismosa y metida en asuntos que no me incumben.
— De ahora en adelante procurare alejarme de esos asuntos ajenos. Sí, eso haré. — me dije a mí misma, con una sonrisa falsa.
El haber querido ayudar solo había perjudicado a los demás en varias ocasiones, y este había sido mi límite. Siempre tenía que meterme en asuntos que no eran mi problema, pero no soportaba eso que llamaban "la ley del más poderoso, quién tiene más paga por ser libre y quién no puede que suplique para no morir". Estúpida ley.
— Ay, Yangmi — me dije nuevamente. — Al salir de aquí sigue el consejo de Chanyeol, renuncia. El castillo solo es un recuerdo de vivencias, no un hogar para crear nuevos recuerdos. Aléjate, ya no tienes nada más que hacer aquí. — hice un puchero con los labios, qué triste decir adiós a tu hogar. — Sabías que este momento llegaría, y es hora de decirle adiós a este lugar.
— Te rindes muy fácil, bah!
Sobre salté al escuchar la voz de un hombre, ¿un hombre?, voz tenue, grave, masculina, sí era un hombre.
— ¿Disculpe? — pregunté, mi voz temblaba ligeramente.
La voz venía frente a mí, no podía saber si provenía de una celda o solo era la locura que me comenzaba a seguir. Quizás mi cabeza había creado a un acompañante para lidiar con mi soledad.
— Llevas hablando toda la maldita noche y no te has callado, así que no me queda más que unirme a tu conversación.
Bufé por molestia y no comenté nada más al respecto. Creo que el ser muy bocazas me ha traído a este lugar, entonces por algo ese sujeto estaba encerrado en una celda. Problemas es lo que menos quería ahora.
— Pero regresando al tema, te quejas mucho y no actúas. Si quisieras irte lo hubieras hecho desde hace mucho, pero decidiste quedarte sabiendo las consecuencias — quise frenarlo, pero él sujeto seguía — así que deja de quejarte y decir que te irás cuando sabes que no lo harás.
— ¿Y tú qué sabes, metiche? No te entrometas en lo que no te incumbe — dije molesta — El calabozo ha sido la peor parte de mi semana.
— Tú sola te lo buscaste sabiendo cómo es el estúpido príncipe real — dijo con una ironía en sus labios.
— Cállate — traté de callarlo — Te pueden escuchar.
— Que me escuchen, no estoy diciendo lo que no sabemos todos. El príncipe es un idiota engreído que busca la fama por medio del vandalismo.
— Ay Dios, cállate — me traté de cubrir con mi hanbok, pero fue imposible. La pena ya se había apoderado de mí. El hombre gritaba cada vez más, y no podía sentir el miedo de que un guardia real llegara y me subiera la sentencia o, aún peor, me llevara con el príncipe por difamación.
— ¿Y tú quién eres para juzgar al príncipe? — dije con un tono de voz agrio. — ¿Por qué estás aquí encerrado?
— Soy quien soy y no te incumbe. — respondió el hombre con un tono de voz frío. — Y no estoy aquí por haber dicho la verdad.
— ¿La verdad? — pregunté con un tono de voz incrédulo. — ¿Acaso alguien se atreve a decir la verdad en este reino sin ser castigado?
El hombre soltó una carcajada seca.
— La verdad es un concepto subjetivo. — dijo el hombre con un tono de voz irónico. — Y en este reino, la verdad solo existe para quien tiene el poder.
— ¿Entonces para qué sigues peleando? — pregunté con un tono de voz decepcionado.
— Peleo por lo que creo. — respondió el hombre con un tono de voz firme. — Aunque no lo pueda cambiar.
— ¿Y qué crees? — pregunté con un tono de voz curioso.
El hombre guardó silencio por un momento.
— Creo en la justicia. — dijo el hombre con un tono de voz profundo. — En la libertad. En la igualdad.
— ¿Y cómo piensas alcanzar eso si estás encerrado aquí? — pregunté con un tono de voz irónico.
El hombre se quedó en silencio por un momento, como si estuviera pensando en su respuesta.
— No sé. — dijo el hombre con un tono de voz triste. — Pero no pierdo la esperanza.
— ¿Esperanza? — dije con un tono de voz decepcionado. — ¿Qué esperanza hay en un lugar como este?
— La esperanza es lo último que se pierde. — respondió el hombre con un tono de voz firme. — Y yo no voy a perder la mía.
— ¿Y tú quién eres? — pregunté con un tono de voz curioso. — No te he visto por aquí antes.
— Soy un hombre que ha visto demasiada injusticia. — respondió el hombre con un tono de voz suave. — Y he decidido hacer algo al respecto.
— ¿Y qué piensas hacer? — pregunté con un tono de voz incrédulo.
— No lo sé. — respondió el hombre con un tono de voz triste. — Pero no me voy a quedar de brazos cruzados.
— ¿Y qué puedo hacer yo? — pregunté con un tono de voz desesperado.
— No lo sé. — respondió el hombre con un tono de voz triste. — Pero si tú quieres cambiar las cosas, tienes que empezar por ti misma.
— ¿Y cómo puedo hacer eso? — pregunté con un tono de voz desesperado.
— No lo sé. — respondió el hombre con un tono de voz triste. — Pero si realmente quieres cambiar las cosas, lo encontrarás.
El hombre se quedó en silencio por un momento, como si estuviera pensando en algo más.
— Y no te preocupes tanto por ese príncipe. — dijo el hombre con un tono de voz suave. — Él no tiene el poder que crees.
— ¿Qué quieres decir? — pregunté con un tono de voz incrédulo.
— Él es solo un títere. — dijo el hombre con un tono de voz suave. — Y alguien lo está controlando.
— ¿Quién? — pregunté con un tono de voz incrédulo.
— Eso es lo que tienes que descubrir. — dijo el hombre con un tono de voz suave. — Y una vez que lo hagas, sabrás qué hacer.
El hombre se quedó en silencio por un momento, como si estuviera pensando en algo más.
— Pero te advierto que la verdad es peligrosa. — dijo el hombre con un tono de voz suave. — Y podría cambiarte la vida para siempre.
— No me importa. — dije con un tono de voz firme. — Quiero saber la verdad.
— Entonces prepárate para el peor de los casos. — dijo el hombre con un tono de voz suave. — Porque la verdad te puede destruir.
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ESCLAVOS ➳ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ
DiversosJungkook era un rey soberano, que abusaba de su poder sin preocuparse por los demás. Muchos querían que pagará cada uno de sus delitos ante la corte, pero era obvio que eso jamás iba a pasar. #1- jjk #2- jjk Inicio 27/12/18