❀ : ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5

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Los meses habían pasado sin mediar palabras, rápidos y silenciosos como el viento en el jardín de los Cha, completamente vacío y sin flores después de la petición del heredero de la casa y el título. El padre no se había negado, usando a su hijo como la marioneta que supuestamente el moreno había decidido ser, no hablaba más que en sueños, gritando el nombre del cocinero que aún aparecía en sus recuerdos para torturar al muchacho con su ida sigilosa.


El verano ya se había instalado en aquella pequeña ciudad a las afueras de la capital, pero aún así, al moreno parecía importar bien poco el tostar más su piel al sol, el solo respiraba, comía, dormía y hacía lo básico hasta que la parca fuera a por él en una visita ya fijada en algún punto de su destino. La ida de las dos únicas personas que le hicieron sentir vivo le estaba pasando factura a gran escala. Enfermaba más que de costumbre, comía hasta vomitar o no comía por días hasta que el médico le recetaba algún mejunje que sabía a podrido.


Su pelo había crecido un poco, y ahora estaba bien colocado para salir a la calle, la señora Ahn había dejado la casa hacía unos meses y su nueva doncella era mucho más calmada de la mujer que en su día guardo silencio sobre el secreto a voces entre el cocinero y el heredero. Pero aquella chica de apellido Im (porque probablemente era más joven que él), había decidido que debían de salir al mercado, que estar encerrado entre aquellas paredes no era sano y tras una larga charla con el amo del lugar aceptó.


Señorito Cha, ¿nos vamos ya?


Preguntó con su dulce voz y su larga melena oscura cayendo por uno de sus hombros, haciéndole ver más joven de lo que era, pero Hak Yeon no dijo nada; simplemente asintió con la cabeza y se colocó bien la camisa de color azul.


[...]


El sonido del carruaje contra las piedras lograban crear un sonido descompás que lo mantenía despierto mirando por la ventana de este, retirando un poco la cortinilla de un verde moho que odiaba. La señorita Im le hablaba sobre los lugares que visitarían estando en la capital del lugar, pero nunca le habló de lo transitada que era a diferencia de la vida en el campo lejos del alboroto de los carruajes, los gritos y los olores fuertes que le harían vomitar si hubiera comido algo por el desayuno.


La muchacha se agarró al brazo del heredero cuando bajó del carruaje para guiarle hacia el mercado. Hak Yeon seguía pareciendo un alma en pena, pero la joven había conseguido que comiera algo de fruta o verdura fresca tras haber pagado por ella, recibiendo cortas palabras de agradecimiento por ello al principio antes de que los dos, sin darse cuenta, empezaran a hablar. El moreno había dejado caer la gran muralla que le rodeaba para poder darse el lujo de respirar junto a alguien la cual veía todos los días. Ella le había hablado sobre su madre (que resultó ser la señora Ahn), y sus hermanos que trabajaban en un bar dónde más de una vez había ido la policía por supuesta venta de opio, pero que lo único que querían esos "señores sin escrúpulos" era ver como los pobres seguían siendo pobres destrozando todo a su paso; Hak Yeon no pudo evitar darle la razón y las palabras salieron de su boca sin su permiso.


Mi padre golpeó a mi amado y luego lo echó de nuestro hogar, él era el cocinero.Comenzó mientras miraba la pequeña bolsita con las pequeñas fresas que habían comprado.Los hombres como él solo quieren que todo el mundo obedezca sin importar cuanto dolor puedan crear, solo les importa la reputación, el título y el dinero.

En las noches de piano. [NEO VIXX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora