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La carta que Albus Potter tenía en sus manos decía: 

Albus, sé que quieres saber la razón de por qué salí corriendo. Ve a verme a la torre de astronomía esta noche, a las doce en punto. 

Te veo allí. Diana. 

Albus corrió hasta la sala común de Slytherin para contarle a Scorpius todo lo que había pasado. 

º 

Albus Potter se había arreglado un poco, se había echado más perfume de lo normal, y se había intentado peinar. Scorpius le estaba dando consejos acerca de lo que podía hacer frente a cualquier cosa que pudiera pasar. Le había dado ideas y ese tipo de cosas. 

Eran las doce en punto y lo único que se oía en la torre de astronomía, eran los apresurados pasos de Albus, quien había olvidado ver la hora. Cuando llegó, se encontró con Diana, sentada peligrosamente en el borde de la torre. Al verlo, fijó su vista en él, sin embargo, no alejó del borde. 

―Viniste ―dijo como saludo. 

―Sí, vine. 

―Ahora te contaré. Déjame decirte que siempre te he tenido cierto cariño. Te encontraba lo más lejano del mundo. Antes de ese pequeño encuentro, tú no sabías ni mi nombre. Cuando hablamos, había escuchado a Alice y a Roxanne hablando de tí. Pasaron dos meses en donde yo te olvidé, empezaste a salir con Alice. A las semanas la dejaste y adivina con quien se desquitó. Cuando me besaste me sentí tan usada que salí corriendo. Por eso salí corriendo, por culpa tuya y la de Alice ―explicó la chica, ahora con un color azul claro; era tristeza. Le daba pena recordar todo lo que Alice le había hecho. 

―Lo siento. 

―No lo sientas. 

Albus se acercó a la chica, la tomó de la cintura y la acercó a él. Quedaron frente a frente. Diana tomó la iniciativa y sin pensarlo dos veces, le plantó un beso a Albus. Esta vez ambos querían besarse, ya no era un beso forzado como lo había sido antes. 

Al separase por falta de aire, Albus no se quería separar de Diana, sin embargo, Diana mantenía ese color en su cabello. El beso no había servido de nada. 

Albus quiso volver a besar a la chica, pero la chica bajó la cabeza. 

―Lo siento, Albus.

―Lo siento yo. 

Ambos se miraron. Albus, quien había escrito unas cuantas palabras en una nota, asintió con la cabeza. Volvieron a besarse. 

Se oyeron pasos. 

―¿¡Quién anda allí!? ―era McGonagall. 

Se quedaron quietos, esperando a que McGonagall los encontrara. 

―Potter, Rowling, no pueden estar aquí ―dijo, severa. 

Se volvieron a mirar. Esta vez completamente seguros. Se levantaron y antes de que McGonagall pudiera decir algo, saltaron. Habían saltado de la torre más alta de Hogwarts, dejando a McGonagall completamente sola y asustada. 

𝐠𝐫𝐞𝐞𝐧𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 ↬ 𝐚𝐥𝐛𝐮𝐬 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora