Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Resulta que ante la ausencia de inspiración retrocedí para ver que podía llegar a inspirarme y recordé que tenía esta historia. Usé la técnica de "imagina que pasa en el tiempo libre" y funcionó. Y Zaz! que la escribo terminándola a las 3:30 a.m. hora de Nuevo León.
Sin más, la siguiente parte de esto. Saludos!!!
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Glamurosa caminaba con sus botas negras de punta redonda, que combinaban perfectamente con su larga falda de piel, igual negra. Dicha falda le llegaba hasta los tobillos extendiéndose como una flor a medio abrir. Una blusa cuello de tortuga azul marino, con mangas que llegaba arriba de sus muñecas, encima, un chaleco del mismo material que la falda.
Luciendo una corta cabellera azul marino, Angela se dirigía con cierta parsimonia hacia la entrada de aquella casa que, en medio de aquel terreno de pasto, luces, mesas, voces y música; se dejaba ver.
En el portón de entrada se había quedado su guardia personal: Topacio 01, muy cerca de Topacio 02.
Los gemelos Topacio eran una curiosidad en el ámbito. Grandes, corpulentos, buenos para los golpes y leales, tenían el sueño de trabajar juntos, cosa que nunca podría darse.
Una regla no escrita es que debes de evitar tener guardias que sean familia, ya que la objetividad se pierde a la hora del horror y terminan salvándose entre sí en vez de proteger a su amo. Así que uno permaneció en la casa Luffedorf y el otro en la familia Loretto.
En medio de aquella vorágine de sonidos y luces, y mientras una delgada joven de piel clara y blusa azul caminaba hacía la puerta, algunos curiosos en estados alucinados, veían a los enormes gemelos acariciarse el rostro y sonreír sonrojados.
Se amaban mucho.
Demasiado.
Cuando Ángela cruzó la puerta ignoró a todos los que estaban desparramados en la sala, a las que se tocaban en la cocina, envueltas en el deseo potenciado por la marihuana y la coca.
Hizo una mueca; conocía de sobra estas fiestas.
-Asquerosos palurdos.- Pensó.
De pronto, del cuarto de Amatista salió Perla y le sonrió sosteniendo su cigarro entre los labios.
-Te estábamos esperando Lapis. Solo danos un segundo para iniciar el Concilio.-
Lapis se detuvo en la entrada y Perla junto con Garnet comenzaron a levantar y sacar a las personas que no debían estar en aquel cuarto con la enorme silla elevada.
-Pueden seguirla afuera, aquí se cierra.- Decía Perla mientras Garnet solo los agarraba por la camisa y los empujaba fuera de la habitación.
Al fondo, una joven rubia de grandes lentes redondos comenzó a teclear frente la pantalla de su PC y a mover con destreza los botones de una pequeña consola que tenía a la derecha.
Rápidamente la habitación fue quedando vacía, Lapis se adentró a la habitación. Y perla cerró la puerta.
Las cinco chicas estaban reunidas en aquel cuarto cuyas luces de neón comenzaron de pronto a mermar para dejar simplemente una luz blanca estable, las bocinas exclusivas de ese cuarto se fueron silenciando aunque afuera aún seguía el bullicio de una fiesta extasiada. La rubia terminó su labor controlando el ambiente.
-¿No vas a bajar de tu ego?- Pregunto secamente Lapis dirigiéndose a Amatista. Se escucharon risas mal aguantadas en el cuarto.
Amatista acciono la palanca y bajó la silla a la mitad. – ¿Tú me hablas de ego? Por lo menos yo no pongo la cara como si tuviera una bolita de mierda colgándome en la nariz.-
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Nueva Beach City
Non-FictionUn suburbio maldito, un hogar que es cuna de las peores infamias de una ciudad muerta; ofrece mil oportunidades para jóvenes decadentes. Un adolescente busca cobijo después de que su vida queda a la deriva, pero lo que encuentra puede ser una chispa...