Ya habían pasado dos semanas desde que Taehyung supuestamente había muerto en aquel desastroso incidente.
Dos semanas de continuas torturas y coacciones para sacarle alguna información que sin embargo el desconocía por completo pero sus opresores estaban muy convencidos de que así era. Incluso seguían refiriéndose a él como si fuera Nam, restándole por completo a la explicación de Tae la importancia.—Nam, si no hablas créeme que no será muy bonito para tu cuerpecito.—Mencionó el robusto hombre sosteniendo un punzón.
—Yo no soy Nam dije.—Fue lo único que Tae pudo hablar. Un poco jadeante y con muchas manchas de sangre en su rostro. La paliza había sido grande.
El hombre rió con burla.—Bueno, señorito Tae.—Dijo sarcásticamente. Los talones de sus zapatos sonaban contra el asfalto— ¿Nos puedes decir aquí a tus mayores en dónde está la maldita piedra que tu padre nos robó?
—Que no sé nada de lo que me hablas. Ni siquiera me relaciono con mi padre les dije. Vivo con mis abuelos.
Ya el hombre estaba frente a Taehyung y se había detenido. Acercó asquerosamente su rostro al de Taehyung y con aquel punzón acarició una de sus mejillas sonriendo macabramente.
—Lo que tienes de hermoso lo tienes de tonto.
Tae ladeó su rostro y relamió sus labios, moviendo apenas sus manos que estaban atadas contra esa silla.
—Tienen a la persona equivocada, yo no soy Nam Joon. Entie... aah~
No pudo terminar de hablar cuando el tipo, que estaba muy cerca de los 40 años de edad, con el talón de su zapato había hecho una presión bastante considerable contra su entrepierna, volviendo a reír psicodélicamente mirando a Tae fijamente.
—Desháganse de su ropa.
Sentenció a sus dos a acompañantes tomando una distancia prudente del menor.
Tae por su parte tragó en seco mirando como aquellos dos se acercaban, cerró sus ojos y giró la cabeza. La situación se tornaba mucho más incómoda.—¡Qué no soy Nam joder!
Exclamó a viva voz, ocasionando más risas del hombre que ahora hacia sonar la hebilla de su cinturón mientras se lo sacaba lentamente.
—No, ahora no serás Nam. Ahora serás mi perrita.
Con el cinturón en la mano miraba la forma tan lasciva en que los otros dos manoseaban a Tae y le retiraban a duras penas el pantalón que traía.
Tae empujaba con sus piernas pero era en vano. Incluso la repulsión recorría su cuerpo al ver la forma tan sucia en la que lo tocaban, en la que masajeaban sus glúteos y sus muslos con descaro.—¡Paren! No quiero.
El jefe volvió a reír.—Vaya. Espero que tus gemidos sean igual de altos que tus gritos cuando te destrocemos entre todos.
Tae comenzó a llorar y bajó la mirada. Ahora estaba desnudo de la cintura hacia abajo y uno de esos tipos levantaba sus piernas para exhibir aquello a los demás.
—Señorito Tae, luces tan apretado.
Se quitó sus prendas inferiores animando a los otros dos que hicieran lo mismo.
De forma malintencionada tomó las nalgas de Taehyung y las apretó, rozando con sus yemas el periné y todo el borde de su entrada.
Llamó con un gesto a otro de los chicos para que comenzara a masturbar a Tae, y al restante para que lo obligara a usar su boca para complacerlo.—Disfruta perrita. Esto le pasa a los niños malos por no querer brindar información.
Justo cuando iba a introducir el primer falange dentro de Tae, un golpe sorpresivo ajeno interrumpió la escena, haciendo que todos los tipos abandonaran sus funciones y comenzaran a pelear con el intruso que molestaba su momento de placer.
—Yoongi, ¿Qué haces aquí? Cómo...
Estaba tan impactado. Juraba que todo terminaría muy mal para él esa tarde, pero ahora Yoongi había aparecido de la nada y sin explicación para salvarlo. Estaba tan aliviado que después de dos horribles semanas infernales, una tímida sonrisa se dibujaba en su rostro.
Era sabido que Yoongi había pasado seis años de su vida aprendiendo defensa personal para poder incorporarse a las filas de la CIA en América. A pesar de haberse decidido por gestionar empresas y fondos, algo de esos conocimientos permanecían, lo suficiente como para derribar a esos tres simplones opresores en menos de 15 minutos.
—¿Estás bien Tae? ¿Te hicieron daño?
Un preocupado Yoongi se acercaba al menor. Acarició sus mejillas manchadas de sangre seca, corrida por las lágrimas y tan calientes como si tuviera fiebre.
Tae asintió mirando a Yoongi a los ojos, sintiendo una gran calma y una seguridad que ya desconocía dichas sensaciones después de tanto tiempo.—Tranquilo. Estoy aquí contigo ¿si?
Yoongi besó la corona de su cabeza y con la vista buscó la ropa de Tae para vestirlo, no sin antes safar ese nudo que ya tenía sus muñecas con grandes marcas rojas y algunas quemaduras de la fricción.
—Yoongi. Tengo miedo. —Sollozó dejándose vestir por el mayor.
—No tengas miedo. Vamos.
Yoongi se incorporó y le extendió la mano a Tae, que aún no se levantaba de la silla.
Tae tomó su mano, pero enseguida intentó incorporarse al lado suyo perdió el equilibrio, la fatiga y los daños físicos le impedían mantenerse de pie. La debilidad era enorme.
Yoongi tomó de los hombros a Tae rápidamente para que no cayera—¿Está todo bien?. Sube.
Yoongi le dió la espalda a Tae para que subiera encima suyo.
Cuando el menor consiguió acomodarse Yoongi lo sujetó fuertemente de los muslos para que no cayera, comenzando a caminar fuera de ese aislado garaje abandonado.El enigma más grande era ¿Cómo Yoongi supo de ese lugar? ¿Qué hacía Yoongi rondando esa zona tan apartada? ¿Acaso sabía que Tae se encontraba ahí o fue de casualidad?
—Tranquilo Tae. Yo te voy a cuidar. Saldremos de aquí. Te lo prometo.
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Save Me One Last Time
General FictionAriana es una estrella de fama internacional, pero en su interior solo se esconde una chica muy sencilla, con preocupaciones sociales y que no conoce lo que es el amor. Muy superficial en su exterior, pero nos enseña a no juzgar a las personas sin a...