3.Bienvenidos

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—¿Ayudo en algo madre?.

—No, tú espera tranquila a tus amigos   —Contestó mientras subía unas cajas al auto.

—Bien...lo intenté    —Dice mientras se aleja—. ¡Están tardando demasiado!.

Coraline ahora se sienta en los escalones del pórtico bostezando de aburrimiento, hasta que su padre sale por la puerta cargando una caja.

—Oye pequeña.

—¿Qué papá?.

—¿Podrías ir a buscar la última caja que me falta?, está al lado de mi escritorio, tiene unas hojas encima. Que no se pierda ninguna.

—Allá voy   —Le respondió poniéndose de pie y sacudiendo su ropa.

Ella camina rectamente por la alfombra hasta llegar al final donde estaba el espejo colgado, antes de girar a su derecha y entrar a la oficina de su padre, quedó viendo su reflejo y éste por un momento tenía botones en sus ojos. Coraline cierra sus ojos y vuelve a abrirlos, y su reflejo volvió a la normalidad.

—Ya era hora de que me volviera completamente loca   —Se dice asustada.

Ella recordó su pesadilla en ese instante. Al recordarla se le ocurrió mirar detrás del espejo así que pone una de sus manos en la orilla de éste y lo levanta un poco para ver que había detrás. Lo único que descubrió fue una pared llena de polvo con pequeños nidos de araña.

—¡Agh!  —Fue lo único que salió de su boca mientras soltaba el espejo—. No debería de sorprenderme, el espejo siempre estuvo colgado ahí y nunca le hemos prestado tanta atención.

—¡La caja Coraline!   —Grita su padre desde la puerta.

—Ups. ¡Si, ya la llevo!   —Le responde.

Ella entra corriendo a la oficina, hecha los papeles dentro de la caja y la levanta con dificultad ya que pesaba. Ella tratando de mantener el equilibrio logra llegar a la puerta en donde la esperaba su padre y le recibe la caja.

—Gracias muñequita   —Le dijo su padre con una sonrisa.

—Uf. De nada.   —Respondió Coraline recuperando el aliento.

El padre baja los escalones en dirección al auto, Coraline se iba a sentar en los escalones pero una bocina a lo lejos la interrumpe.

—¡Ya llegaron!   —Grita brincando de alegría.

El auto estaciona junto al de los padres de Coraline, de éstos bajan sus amigos Austin y Adele. Coraline corre a abrazarlos mientras que éstos estaban con la boca abierta admirando el palacio rosa. Luego baja del auto la madre de Austin por un momento para observar el palacio rosa.

—Gracias por traer a los chicos señora Davies —Comenta la madre de Coraline.

—Ay, no fue nada señora Jones   —Le responde entre risas—. ¡Adiós hijo, que la pases bien!.

—Gracias mamá, nos vemos.

La señora Davies sube al auto y abandona el lugar.

—¿Y Wyborn?  —Les pregunta curiosa a sus amigos.

—El nos dijo que no nos preocupemos por él, que vendría caminando solo   —Le responde Austin.

—¿¡Qué!?, ¿¡es enserio!? .

—Tranquila amiga. También nos contó que vivía cerca del palacio rosa, ya que su abuela es la dueña. Era, era la dueña —Le comenta su amiga Adele.

—Wow, siento que mi cabeza va a explotar    —Dijo coraline casi confundida.

—¿No sabías sobre la dueña de éste lugar ni de que tenía un nieto? —Preguntó Austin sorprendido.

Coraline 2: La llave de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora