El reloj, como cada mañana, sonó estruendosamente por toda la habitación. Una mano se asomaba por debajo de las mantas e iba hasta la mesita de noche para detener el estridente ruido que emitía aquel pequeño aparato.
Un hombre se sentaba al fin sobre la cama, dejando resbalar por sobre su cuerpo las mantas que momentos antes había estado cubriéndolo.
Sacudió desganadamente su rubio y desordenado cabello para luego abrir lentamente sus ojos, los que poco a poco comenzaban a acostumbrarse a la luz de las farolas de la calle que se colaban por entre la cortina de la ventana que había en aquella habitación.
Tomó aquel aparato de su mesita y miró la hora, eran las seis de la mañana, y a su trabajo, entraba a las siete.
Volvió a dejar el reloj sobre la mesita y miró a su lado, donde como cada mañana, estaba vacío.
Había compartido esa cama con una persona que al final terminó abandonándolo por otro hombre, y desde entonces, se había jurado no volver a entregarle su corazón a nadie más.
Se puso unas peludas pantuflas en sus pies, y se echó sobre su cuerpo bien trabajado una bata de color carmesí con el borde negro.
Bajó hasta la cocina para poner la tetera mientras se daba un baño, ya luego se vestiría para ir a su trabajo.
El desorden de su cocina era el de siempre, su taza a medio beber, pues solía comprar un café de camino al trabajo. Las migas del pan esparcidas por las mesa eran cosa de todos los días, y la azucarera, se quedaba abierta todo el día hasta que el dueño de casa llegaba a ordenar todo otra vez, luego de su jornada.
Aquella mañana, como todas las de esa semana, se llevó su paraguas pues en el meteorólogo habían anunciado otra vez una jornada lluviosa, y habían aconsejado tener precaución a aquellos que tenían vehículo propio, ya que la visión estaría muy limitada debido a la neblina que se mantendría durante todo el día.
Pasó como todos los días, al mismo puestito callejero en que vendían un café realmente delicioso.
La muchacha que atendía aquel puesto le sonrió como siempre que atendía a sus clientes, mientras entregaba el vaso de plástico a aquel hombre.
Decidió tomar el transporte público para ir hasta la línea del metro que lo llevaría hasta su trabajo.
Las caras de todos lucían de la misma manera, cansadas y aburridas de la rutina de cada día, y siendo esclavos de sus obligaciones diarias.
Al llegar hasta la estación del metro, descendió para poder abordarlo y llegar a tiempo a su trabajo.
Mientras esperaba, observaba a su alrededor y todo lucia igual. No era la primera vez que tomaba el transporte público para ir a su trabajo, lo hacía cuando no tenía ganas de conducir o cuando llovía con mucha intensidad.
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Historias Cortas "Shingeki no Kyojin" (Erwin x Levi)
FanfictionComo suelo escribir bastantes cortos, decidí publicarlos aquí y así no esparcirlos por la cuenta. Espero sean se su agrado. Muchas gracias.