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Tan rápido como se esfumaron los temores de Harry de que la oportunidad que tenía frente a él se le escapara Louis sacó un pequeño papel del bolsillo del saco y se lo entregó al rizado, quien ciertamente se llevó una sorpresa al ver la dirección del ojiazul allí escrita. Antes de marcharse, dejando a Harry un tanto atónito, Louis le aseguró que las puertas de su casa estarían abiertas esperandolo cuando por fin se decidiera a ir.

Aquel papel, que últimamente Harry había leído más veces que el diario de cada mañana, se encontraba apoyado sobre la pequeña mesa ratona del living de su departamento acechandolo, aún no entendía como unas simples letras podían carcomerlo tan profundamente. Lo único que había podido deducir, después de tanto pensar, es que Louis no se encontraba allí por accidente, él iba en dirección al museo porque, en verdad, nadie lleva porque sí su dirección en el bolsillo y eso lo tenía algo inquieto, no sabía como sentirse al respecto ¿Qué podría tener él tan especial que hiciera que Louis fuese de una punta de la ciudad a la otra sólo para intentar que acepte una simple pero descabellada propuesta? Tal vez había podido ver la desesperación que se encontraba bajo la calma superficial, ese pedido de ayuda implícito, sí quizás fuese eso, de alguna forma también explicaría su capacidad de poder predecir que iba a preguntarle sobre aquello el otro día en el parque, en verdad Louis era alguien singular.

Apartó la vista del trozo de papel, lanzó un suspiro y se levantó del sillón decidido a borrar aquella dirección de su mente tan solo por unos minutos, cosa que resultó imposible, jamás iba a poder sacarla de su cabeza, de tanto leerla se había aprendido la dirección de la A a la Z, podría ir hasta la casa de Louis sin necesitar mirar el papel, volvió a suspirar un tanto frustrado con toda esta situación todo esto era realmente agobiante para él, tomó un vaso del bajo mesada, abrió el grifo y lo llenó con agua para solo darle un sorbo, más que tomarla se la quedó observando, viendo todas las semejanzas y analogías que podía haber entre su mente y aquel vaso de agua, esa misma mañana todo parecía claro, sabía que hacer y parecía tener su vida resuelta, viviría con Louis por un mes con el sólo propósito de efectuar el cambio que tanto necesitaba en su vida para así poder tener otra percepción de la misma, para lo cual necesitaba ayuda y creía que Louis podía hacerlo, que estaba destinado a ayudarlo, a pesar de ser un hombre que se jactaba de no creer en cualquier cuento chino, Harry creía en el destino y estaba seguro de que por algo éste había puesto al ojiazul en su camino. Aunque también pudo encontrar diferencias, tanto de su estado mental actual con el agua como con su estado mental anterior, poco a poco sus ideas se habían ido enturbiando ¿Qué haría después de esto? ¿Qué haría si descubría que su trabajo no lo estaba haciendo feliz? Tenía que realizar un cambio, sabía que era necesario pero tener conciencia de aquello no significaba temerle menos, a Harry le aterraba que al final del ciclo todo fuese distinto y que no tuviera idea de cómo recomenzar, aceptar vivir con Louis le había abierto un mundo nuevo de preocupaciones, pero ninguna era tan grande como la incertidumbre de no saber si de verdad esto era lo que necesitaba o si funcionaría ¿Qué si nada pasaba? ¿Qué si después, a pesar de todo, seguía siendo un ser triste y gris? Pensó que tal vez perder un mes de su vida en algo que puede funcionar como no, no valía la pena, era demasiado tarde para él, sus padres habían logrado marchitarlo desde chico ya era de esta forma, pero luego pensó en otra cosa, en aquel defecto suyo que Travis tanto odiaba, tendía a pensar de más las cosas, a hacerlas complicadas cuando en verdad eran tan sencillas como respirar, el mismo Travis le había dicho meses atrás "Piensas demasiado las cosas Styles, simplemente intentalo" ¿Qué si su cabeza le estaba jugando una mala pasada complicando algo tan sencillo como pasar el umbral de aquella puerta y dirigirse hacia el departamento de Louis? El arte de auto sabotearse parece ser que era su don. Darse cuenta que era tan sencillo como cruzar una puerta no lo había ayudado en nada, él aún seguía en su cocina, con la manos en los bolsillos de su jean, mirando un vaso de agua mientras trataba de descifrar los enigmas de su mente, pero bien, se había cansado de tratar de descifrar quería poner a prueba, saber cuánto podría tirar del hilo hasta que este se rompiera, así que en un inesperado arranque de valentía tomó sus llaves, el saco, algo de dinero, la dirección, la cual en verdad no era necesaria pero quería estar seguro de no cometer errores, y salió de su departamento, subió a su coche y condujo sin mirar atrás.

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