Christopher sigue mirando la etiqueta del chico a través del reflejo del espejo. Máscara de Calavera termina de lavarse las manos. Christopher no deja de mirarlo. Calavera sacude las manos encima del lavabo y por primera vez mira el espejo.
—¿Qué? —le suelta a Christopher.
—Tienes el 87-28.
Calavera se seca las manos en el pantalón y se mira la etiqueta. Luego mira la de Christopher. Se ríe y sacude la cabeza.
—No me digas que tú vas a hacer ese jueguito.
Christopher fruñe el ceño, aunque Calavera no puede notarlo.
—Oye —le dice—, la maestra Moon me quitó mis audífonos en la última clase y me dijo que encontrara al 87-28 para devolvérmelos.
Calavera se ríe y agita la cabeza.
—¿Y a mí qué? —le dice aun riendo—. ¿Quieres que te haga un favor?
Christopher se pone rojo debajo del antifaz. Empuja a Calavera hasta estamparlo en la puerta de un inodoro.
—Escucha —le dice Christopher, susurrándole al oído, estrellando su cabeza contra la puerta con una sola mano.
—¿Por qué… te haría un favor… si ni siquiera te conozco? —le interrumpe.
Mientras Christopher le grita “infantil”, lo jala de los cabellos para despegarlo y después vuelve a estrellarlo. El antifaz de calavera está hecho un desastre, aunque todavía no se le cae.
—Solo quiero mis audífonos —le susurra con claridad—. Vamos con la maestra Moon, le enseñamos nuestras etiquetas y listo.
Calavera no responde. Christopher se despega. Tiene sudor en el espacio entre la nariz y el labio inferior, pero no va a quitarse la máscara para limpiárselo. Sin dudas dejaría que Calavera le viera el rostro. Este último sí se quita el antifaz. Christopher apenas obtiene una mirada fugaz a su rostro. Voltea a otro lado y escucha como el otro se moja la cara. Luego cierra la llave y se acerca a Christopher.
—¿En dónde está la maestra Moon? —le pregunta, y Christopher ríe.
Christopher está molesto. Está golpeando todo objeto que está cerca. Ha ido al lugar donde vio a la maestra y ya no está ahí. La puerta está cerrada. Calavera no deja de reír. Christopher lo ignora. Ve un cuerpo de maestro y va corriendo hasta a él.
—¿Sabe en dónde está la maestra Moon?
—Nadie lo sabe —responde, efectivamente tiene voz de maestro—. ¿No ves que todos tenemos antifaces?
Christopher se enoja. Golpea la pared de la izquierda.
El maestro como puede le da un trago a su bebida, mojando su antifaz.
—¿Para qué la buscas?
El muchacho se estresa.
—Encontré a mi pareja y…
El maestro se detiene. Deja su bebida en la mesa más cercana y con su brazo rodea los hombros de Christopher. Calavera se acerca rápidamente, creyendo que el maestro va a llevarlos con la maestra Moon. Pero no es así. El profesor va hasta el escenario. Le pide un micrófono a un hombre vestido de negro y con un antifaz amarillo. Éste grita algo que Christopher no alcanza a escuchar. Rápidamente se acerca otro hombre de negro con antifaz amarillo. Le dan el micrófono al profesor.
—Suban —les ordena a los dos, con una voz ebria.
El que le hace caso es Calavera. Christopher solamente sube por eso. El profesor da unos golpecitos al micrófono y por las bocinas se escucha un sonido chillante. Se escucha un “ayyyy” por todo el salón. Algunos que están en el jardín se acercan para ver qué quiere decir el maestro, o tal vez solamente porque quieren verlo ebrio.
—Entre tanta gente en el internado —dice al micrófono, todos lo miran divertido—. Estos fueron los primeros en encontrarse. 87-28 y 28-87.
La gente solo aplauda para burlarse más.
—Digan sus nombres, chicos, sin vergüenza.
—Sí, ¡que nos digan! —grita una voz de mujer, los demás ríen.
Christopher es el que toma primero el micrófono.
—Soy Batman —dice divertido.
Cuando la gente ríe, el profesor le da un golpecito en la cabeza.
—Soy Christopher —dice ahora molesto.
Calavera se acerca.
—Soy Nathan. Pero prefiero que me llamen Nate.
Se escuchan unos “awwww” de la multitud.
El profesor se burla del chico con el antifaz de calavera, que ahora sabemos que se llama Nathan. Pero digámosle “Nate” porque así lo prefiere él.
El maestro no controla su risa. Sigue riéndose tan fuerte que no es necesario un micrófono para que todos escuchen sus carcajadas. Cada vez que toma aire para reír, escupe. Es un espectáculo para los que no están en el escenario. El profesor tiene un antifaz de un ñoño. Levanta la mano, haciendo porra. Todos gritan “Nate, Nate, Nate.”
Nathan sale corriendo. Interrumpe la risa de Christopher. Él lo mira como camina hasta la salida al jardín.
No me jodan.
Christopher se despide de la multitud. Ellos le siguen el juego. Luego se va a la dirección adonde corrió Nate.
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Nathan & Christopher
FanficHistoria de amor entre dos adolescentes homosexuales. Nathan y Christopher son de países diferentes, culturas diferentes, acentos diferentes, jergas diferentes... pero son idénticos en un aspecto muy grande. Eso es lo que los une. Esta historia dem...