Gabriel se encontraba en su living corrigiendo unos exámenes de la escuela de inglés, debía entregarlos dentro de una semana. No era necesario revisarlos con tanta anticipación, pero el rizado necesitaba ocupar su cabeza con cualquier otra cosa que no fuera Renato.
La última vez que lo había visto había sido en el baño del instituto de fotografía, se habían besado con lágrimas de por medio y después de eso no volvieron a encontrarse. Gabriel lo buscó en su departamento un par de veces, pero el chico no estaba para atenderlo, o si si lo estaba, parecía no querer hacerlo.
Gabriel creyó que lo mejor era dejar de buscarlo. Aunque lo lastimaría, él quería verlo, quería aprovechar cada segundo a su lado antes de que se vaya, pero parecía que Renato no aguantaba la angustia de saber que sus sentimientos hacia el rizado quedarían colgados en el tiempo y el espacio. Gabriel no era quién para presionarlo, no quería dañarlo, aunque sus labios ardieran por la necesidad de probar los de Renato una vez más.
El menor se iba a Inglaterra al día siguiente y Gabriel lo encontraba en todos los detalles. El espacio vacío de su cama olía a Renato, las sábanas impregnadas con ese dulce aroma natural del chico, lo encontraba en las colillas de cigarrillo en el cenicero de la cocina, en las tazas donde había servido café aquella mañana, Gabriel nunca lo confesó pero había sido la primera vez que alguien le preparaba el desayuno desde que había dejado su casa de familia. Lo encontraba en su remera de pijama, en cada película que veía en Netflix, en su cámara de fotos, en aquellas cien imágenes que no podía parar de mirar.
Intentaba despejar su mente con otras tareas, pero no importaba lo que hiciera, el chico de ojos cafés volvía sin piedad.
Gabriel restregó sus ojos con las manos suspirando pesado, pensó que tal vez lo mejor era tomar una cerveza. Se levantó para buscar una lata en la heladera cuando escuchó el timbre sonar.
Extrañado fue a abrir la puerta, no esperaba visitas de nadie. Del otro lado se encontraba Renato apoyado contra el marco, cruzado de brazos y una ceja elevada.
- Buenas tardes, Gabi.
- Hola Renato... - Gabriel miró al chico con el ceño fruncido, estaba actuando de una manera extraña, se podría decir seductora. - ¿Querés pasar?
- Y si, vine con un objetivo, Gabi. - Renato se metió en el departamento y comenzó a desvestirse comenzando con su campera de cuero y sus zapatos. - Me vas a dar la mejor despedida, ¿qué te parece?
Gabriel no entendía nada. ¿Por qué Renato actuaba como aquel chico que había conocido por primera vez hacía ya un mes y medio? ¿Por qué lo buscaba seducir como si su única intención fuera tener sexo? Eso ya había quedado atrás.
Renato se quedó solo con su jean y cuando vió que Gabriel no reaccionaba se acercó a él, aplastándolo contra la puerta.
- ¿Te comieron la lengua los ratones?
- N-no.. - el rizado miró a los ojos de Renato intentando leer en ellos la razón de su repentino cambio de actitud. De una semana a otra había pasado de estar triste y enamorado a ser un seductor provocativo.
- ¿Y entonces? - Renato comenzó a besar su cuello, succionando debajo de la mandíbula. Gabriel sintió esa necesidad de sentirlo por completo, esa que se instalaba en su vientre y no se iba hasta sentir todo de Renato, desde su piel hasta su corazón.
- Entonces no entiendo qué hacés. - Renato comenzó a desabrochar el pantalón de Gabriel, lo hacía rápido y ansioso, como si llegara a esperar un segundo más todo aquello desaparecería.
- Es muy claro lo que hago Gabriel - tomó el miembro del mayor por encima de sus boxers una vez que bajó sus jeans. Gabriel dejó salir un bajo gruñido y acercó al menor a su cuerpo tomándolo de la cintura. No sabía porqué Renato se comportaba así y moría por averiguarlo, pero su deseo carnal era casi tan fuerte como la necesidad de entender al chico.
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A Través Del Lente
FanficGabriel se había anotado en un curso de fotografía, serían seis clases donde aprendería a usar la cámara y sacar fotos. Nunca imaginó que se cruzaría con un chico que le movería el mundo.