no hay nada mejor que casa

1.4K 159 246
                                    

- Pensaba ir a un bar que está por Almagro, ¿te parece?

- Si, dale, estoy para unas birras.

- Buenísimo, vamos.

El chico arrancó el auto y se dirigió al bar que tenía planeado llevar a Gabriel. El rizado miró por la ventana al oscuro cielo y suspiró. No tenía muchas ganas de salir a tomar algo, pero la realidad era que necesitaba despejar un poco su cabeza. Desde que había cortado con su novio, había empezado a cuestionarse muchas cosas de su vida.

Seguía en el mismo laburo que siempre, se juntaba con los mismos amigos de siempre y buscaba pasar el tiempo en las mismas cosas de siempre. Salía a fotografiar por la ciudad, pero ningún paisaje ni objetivo lo convencía. Se anotó en distintos cursos pero no aguantó más de dos clases en ninguno. Su vida consistía en ir al trabajo por la mañana, a la tarde ver una película en su departamento, y por las noches cuando ningún pretendiente lo invitaba a salir, se quedaba mirando al techo, pensando en qué podría cambiar de su rutina.

Hacía un par de semanas había cometido el error de entrar a internet a buscar vuelos a Europa, sabía que no podía pagarlos y sabía que era una locura pensar que alguien allí lo seguía esperando. Pero eso no lo frenaba de entrar de vez en cuando a revisar los precios.

- Llegamos, Gabi.

El rizado salió de sus pensamientos y miró al chico a su lado con sorpresa. Estaban en la puerta del bar.

Los jóvenes se bajaron del auto y se adentraron en el pequeño lugar en busca de una mesa. Pidieron dos cervezas y así la salida comenzó con las típicas preguntas de alguien que busca llevarse a su acompañante a la cama.

- ¿Y qué estuviste haciendo estos días? Me clavaste toda la semana.- rió el chico de pelo castaño y ojos azules.

- Perdoname, Mati. Estuve con la cabeza en cualquier lado.

- No pasa nada, yo también. No sabés lo que me pasó, boludo. Estaba en el subte...-

Matías comenzó a hablar y Gabriel recordó porqué lo había ignorado toda la semana.

Hacía unos días habían tenido su primer salida y el chico ojiazul no había parado de hablar, también al igual que su ex novio, no le había dado ni un minuto de su atención a lo que el rizado tenía para decir. Parecía que solo lo querían de psicólogo y de muñeco sexual en la cama.

Se dijo a si mismo que aguantaría esa noche, sonreiría a las anécdotas sin sentido que Matías le iba a contar y se lo llevaría a la cama para luego no verlo otra vez. No dejaría que su necesidad de tener a alguien a su lado por las mañanas lo obligue a soportar otro chico que era puras palabras y nada de oídos.

Todos tenemos algo para decir y todos deberíamos escuchar al otro.

Esa había sido la razón por la que se había puesto de novio. Había conocido a un chico atractivo, buena onda y simpático.  Se había interesado por Gabriel y el rizado decidió que esos brazos tal vez un poco musculosos serían su hogar. Pero no fue así, lo supo la primer mañana que dejó que ese chico se quede en su casa.

Hablaba mucho, decía cosas sin ninguna profundidad y solo le importaba quedar bien con todo el mundo. Era correcto, ubicado y tan aburrido que Gabriel no entendía cómo había podido estar con él por dos meses.

- ... y bueno lo saqué cagando, esos pibes que no paran de hablar de arte y de la vida me parecen infumables. - Gabriel rió para sus adentros. Porque hablar con vos es un placer. - Pero vos sos un pibe callado, me gusta eso, quiere decir que no tenés muchos mambos y es justo lo que necesito.

A Través Del LenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora