Día O1: "Halloween"

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—Eijiro, amor, ¿en serio estás seguro de querer salir hoy? Tu abuela puede esperar... ¿Sabes?

El pelirrojo suspiró al oír a su madre repetirle las mismas palabras que le dijo varias veces durante toda la mañana. Él lo sabía, por supuesto. Ir semanalmente a darle provisiones a su abuela era divertido, de hecho, adoraba las historias que ella tenía para contarle sobre su juventud y lo genial que fueron las cosas en sus épocas. Así que, aunque no tenía un día fijo, siempre se encargaba de cuidarla y de alcanzarle todo lo que necesitara para sobrevivir durante una semana en su cabaña en medio del bosque.

Pero ese día en especial él no podía faltar. Y gran parte de ello no tenía nada que ver con su abuela.

—Mamá, estaré bien. Te lo prometo.

—Eso dices, pero... Es Halloween, cariño.

—¡Vamos, mamá! ¡Estás hablando de mí! Puedo cuidarme, lo sabes.

El joven le enseñó su brazo a su madre e hizo presión para mostrar los músculos marcados de su antebrazo. La mujer lo observó e hizo un divertido gesto mientras viraba los ojos, sacándole un pequeño puchero al menor.

—Sólo cuídate, por favor.

Con lentitud, ella se inclinó hacía él y dejó un pequeño beso sobre su frente, antes de jalar la parte de la gorra de la caperuza, que ella misma le coció, y colocársela sobre sus perfectamente despeinados cabellos rojos bañados en gel. Kirishima se apresuró a quitársela, soltando un quejido fastidiado.

—¡Mamá!

—Anda. Ve antes de que se haga más tarde.

Aparentemente conforme con haber fastidiado un poco a su hijo, su madre lo dejó partir rumbo al bosque de Yūeiland. Ese lugar al que las personas tenían prohibido pasar desde que la forestación se hizo tan profunda y densa que se volvió el centro de reunión perfecto de todas las criaturas sobrenaturales que rondaban esas tierras.

Vampiros, hombres lobo, fantasmas incapaces de pasar al otro mundo, íncubos, brujas, zombies, cambiaformas y demás criaturas hambrientas de humanos se hallaban vagando por ese lugar que utilizaban como un atajo para llegar a su destino. Los humanos eran capaces de pasar por dicho bosque, pero nada les aseguraba volver intactos a casa, aún peor el día de Halloween, pues se volvía un festival de sangre en donde cada una de las criaturas sobrenaturales era libre de hacer lo que deseara.

Los humanos, incapaces de defenderse, se encerraban en sus propias casas hasta el amanecer del primero de noviembre. Sin embargo, la abuela de Kirishima, tan vieja y testaruda, no quiso abandonar el hogar que construyó junto a su difundo esposo cuando ambos eran jóvenes; por ello, su pequeña cabaña se volvió el único pedacito de humanidad en el inmenso y oscuro bosque de Yūeiland.

Y Kirishima era ese nieto idiota que iba a visitarla justo el día de Halloween, cargando una canasta con todo tipo de comidas deliciosas y sin protección alguna.

Ya anteriormente la madre de Eijiro había intentado persuadirlo de perderse en el bosque durante esa fecha, pero el pelirrojo se enterqueció tanto que acabó escapándose durante el último Halloween. Su madre, casi segura de haber perdido a su hijo para siempre, se sorprendió cuando lo vio volver al día siguiente totalmente intacto y con varios regalos tejidos por su abuela.

Un año después, resignada y aún sin comprender, ella permitió que su hijo realizara el recorrido esa noche, sólo porque deseaba confiar en que este sabía realmente lo que estaba haciendo. Además de que entendía que intentar detenerlo nuevamente sería algo completamente en vano.

—¡Regresaré pronto!

Kirishima sacudía su mano mientras continuaba alejándose de su preocupada madre. Caminando por las desoladas calles del pueblo y hundiéndose pronto en el bosque tenebroso, tarareando alguna canción de rock ochentero que tanto disfrutaba, jugando con sus propias palmas para hacer los sonidos que representaban a los instrumentos de la banda que compuso dicha canción.

Week of Love. | Bakugou Katsuki x Kirishima Eijiro. #BNHAWeek2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora