Capítulo 10: Parte 2

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Al mirar por la ventanilla, Steve se topó con los cientos de arboles que crecían en la enorme extención de tierra sobre la que volaban, un río de agua fongosa, y una sencilla cabaña que se encontraba en las orillas de éste con un bote atado a su muelle.

Suspiró. No era que le desagradara ocultarse en el nido donde Barton y Romanoff pasaban sus celos, sino que, su desagrado, era motivado más que nada porque la cabaña estaba  muy lejos de la ciudad más cercana, y en el centro del pantano, en una ubicación que le valía estar completamente rodeada de arboles.

Odiaba los arboles.

Y odiaba más estar a la mitad de un lugar donde éstos crecieran rn abundancia.

Pero no podía evitarlo. Después de todo, aunque era el Capitán América, también tenía fobias y temores que ni siquiera su novia conocía.

Y el miedo a los bosques y pantanos era el peor de todos.

Superaba por mucho la fobia al agua que desarrolló luego de despertar del hielo, y por la magnitud del terror que le provocaban los troncos con ramas y hojas, se abstuvo de volver a quedarse solo en donde abundaran los arboles, pues el solo hecho de estar rodeado de ellos ya le causaba pánico.

Sabía de antemano lo vergonzoso y absurdo que resultaba que él, un héroe, un soldado que había sido entrenado para arrastrarse por el lodo y cubrirse de fango y hojas secas para camuflarse del enemigo en campo abierto, tuviera una fobia de esa naturaleza, saberlo hasta ponía en duda sí de verdad había sido él quien derrivó todas esas bases de Hydra que, prácticamente, estaba ocultas en la nada, pero no es que siempre le hubiera temido a los arboles.

No. Ese temor surgió mucho después, después de destruir las bases, después de acabar con Red Skull, después de estrellarse en el hielo y congelarse, después de despertar, de pelear con los chitauri, de causar la caída de Hydra (nuevamente), de vencer a Ultrón, y por supuesto, después de firmar los malditos Acuerdos de Sokobia. Su fobia, su terror, lo único que lo impulsaba a huír, nació aquella vez...

La vez en que...

-¿Cap?

Se sobresaltó al sentir como le apretaban suavemente el hombro, y al volverse, se encontró con la mirada desconcertada de Hwakeye.

-¿Te encuentras bien?

-Sí-respondió rápidamente-Sí, estoy bien Clint. ¿Necesitas algo?

-No, solo quería saber sí estaba todo en orden. Llevas un buen rato en el jet y ya todos están en la cabaña.

El rubio abrió los ojos por completo y al echar vistazo a la nave, descubrió que, efectivamente, él era el único que no había bajado.

-Waw, en lo que fuera que estuvieras pensando debió ser algo muy importante como para que bajaras así la guardia-comentó con diversión-Andándo, Cap, nos están esperando.

-Voy en seguida.

Dicho esto, el halcón se marchó, y  Steve procedió a recoger su escudo de donde lo había dejado y caminó detrás de su amigo, decidido a dejar de lado el asunto de los arboles.

Había mejores cosas en que pensar que en su terror a la naturaleza.

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Al entrar, lo primero que Steve notó es que su refugio no era lo suficientemente grande para todos, al menos no con Wanda y Visión acompañándolos, pero tendrían que conformarse con eso hasta que encontraran a Zemo y salvaran a la ciudad, y claro, también debían aprender a ignorar el olor a alfa y omega que el lugar desprendía tanto del piso de arriba donde estaban las recámaras como del piso donde se encontraban reunidos, el cual era una fusión de la sala, la cocina, el comedor y la habitación de juegos que contaba con mesa de villar, tiro al blanco,  y un dispensador de palomitas.

Realidad Invertida [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora