Memorias Malas, Amistades Buenas

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Bonnie se encontraba fascinada con la casa de Ash.

Espaciosa y bien acomodada, tanto que pareciese que le perteneciera a otra persona y no a él.

–¡Woaw...!– No evitó exclamar.

Pikachu la miró junto a Greninja, ambos con su propio recuerdo de ella.

–¡Es muy grande!

Ash le sonrió

–Bueno, cuando eres campeón es más fácil obtener las cosas– Comentó apenado –Pero sobrevivo con mi salario.

Ambos rieron.

–Puedes quedarte el tiempo que quieras– Aseguró el azabache

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Mientras tanto, Lalo caminaba al lado de Tony, viendo en sus manos la firma de Ash.

Ellos me pidieron un autógrafo tuyo...

Fueron las palabras de Bonnie...

–Al menos lo conocimos– Dijo resignado el entrenador azabache.

Tony suspiró con un sentimiento inmaduro, casi deprimido.

–Pero creo que no valió lo que tuvimos que pasar...– Dijo haciendo parecer el momento de morondanga

–¿Cómo que no?, hemos hecho una nueva amiga– Replicó.

–Dices eso porque tuviste tú la oportunidad de conocerla mejor, pero yo me interesé más en conocer a Ash, ¡y la sorpresa es que no conseguí nada!– Refutó inmaduramente, sacándole una gota de sudor en la sien a su amigo.

–¿Sabes qué?– Le dijo –A ti te vendrá muy bien comer una malasada

Con eso ambos fueron a comer al centro.

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Las aves de la región piaban y revoloteaban taladrando uno que otro árbol, Bonnie las observaba sintiéndose extraña en algún sentido.

Había sido algo de mucho lo que sus recientes amigos habían hecho por ella, y sólo hizo que Ash les firmara un papel, el cual antes no fue una foto suya por la falta.

Por otro lado pensó en la vida amorosa de su hermano, ¿habría alguien de su interés en Alola?

–Bonnie– Le llamó Ash –¿Quieres venir?

La rubia se puso de pie y caminó por todo el cuarto hasta la sala, donde Ash la esperaba sentado en el sillón.

–Alola– Saludó.

–Voy a salir por algunas horas– Anunció –Tengo asuntos que atender en isla Ula Ula

Bonnie lo vió sonriendo

–Está bien, he, hermano– Dijo lanzando un tartamudeo en la oración. Sabrán ustedes por qué

Ash se estremeció.

–Pero primero, consulté un par de cosas con uno de mis amigos.– Comentó nervioso –Parece ser que tiene que ser mi mamá quien te adopte, porque si lo hago yo, entonces sólo podríamos ser padre e hija– Habló haciéndolo parecer muy normal.

Aunque la Kalosiana no lo veía exactamente así, puesto que se había tornado incómoda aquella conversación de apenas segundos.

–Bien...– Titubeó –¿Tú cómo quieres, que... Sea?– Apartó la mirada, pero la volvió a él sonriéndole.

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