Te (Me) echo de menos.
Echo de menos tener el fuego a mis pies y las llamas apagándose al soplar. No suponía mucho esfuerzo y ahora las he permitido crecer a costa de mi sensibilidad, pero yo soy calor. Yo soy fuego. No puedo convertirme en hielo y apagar mi corazón ardiente. Lo voy a derretir todo aún así. Porque yo llevo ardiendo desde la primera vez que he abierto los ojos y haré arder cuándo, cómo, dónde y a quién quiera. Siempre.
Tampoco sé a dónde han volado mis alas ni por qué lo han hecho sin mí. Estarán rotas, estancadas, perdidas; pero volverán porque son mías. Solo mías. Las he descuidado, abandonado, arrastrado. No se lo merecían. No me lo merecía.
Echo de menos florecer y ver florecer lo que está a mi alrededor. Me hacen falta risas a todo pulmón y por cualquier banalidad, la despreocupación, escribir sobre amor sin empapar el papel, los paseos en bicicleta a mi escondite donde se ve el mundo entero, caminar de la mano del "sin compromiso" y del riesgo, gritar por las canciones de amor. Echo de menos a la Yaryna de los pendientes, a la chica dulzona. Echo de menos regalar miradas cómplices, sonrisas reales y sinceras. Echo de menos sostener una mano porque la mía no tiene la fuerza suficiente como para agarrarla.
Me echo mucho de menos. Ellos me echan de menos. Y cuando cuatro ventanas tienes, pero una se cierra, quedan otras tres. No es cuestión de egoísmo; es cuestión de dar lo que recibes. Y comprender que si alguien se marcha, lo hace porque no es lo suficientemente fuerte como para sostenerte.
Necesito encontrar a la rebelde. A Yaryna.
Te echo de menos... Sí, todavía sí.
Me he echado de menos... Pero ya no.
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delicate.
PoetrySomos la delicadeza de lo bello. Somos bellos. Y esquilamos lo delicado para llegar a la fuerza cuando es la sensibilidad la que nos hace humanos. ¿No lo somos acaso?