Cuarta Luna.

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Aston.

Llevaba la cuarta copa de licor en mi sistema, si bien el alcohol no hace efecto en nosotros, porque nuestro cuerpo lo consume muy rápido, me sentía mareado y desorientado. Todo lo que me habían dicho de lo que se siente cuando encuentras a tu pareja destinada es cierto.

Sientes que su olor te llama y no te puedes concentrar en nada mas, quieres fundirte en su cuerpo y vivir hay por siempre. Sientes unas irrefrenables ganas de abrazar a esa persona y no soltarla hasta tener tu olor impregnado en su piel.

Todo eso fue lo que sentí cuando lo vi, hay de pie en medio de una habitación oscura y con lágrimas en sus ojos, la necesidad de borrar esas lágrimas y reemplazarlas por risas fue casi abrumadora. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para poder detener mis instintos y no cometer una locura.

Por el momento tengo la relajante certeza de que esta aquí con migo, bueno en mi manada, pero cerca de mí, y no en un lugar de mala muerte. Estoy seguro que está sano y a salvo.

Mi corazón casi se me sale del pecho cuando lo vi caer en el patio central, por suerte lo pude atrapar antes de que su cuerpo chocar con el piso, pero al ver que sus ojos estaban serrados y que estaba muy frio me asuste, por primera vez en mi vida, sentí miedo. Un sentimiento que se extendió por mi sistema a una velocidad de vértigo, lo cual me asusto un poco más.

Sin pensarlo dos veces lo tome en mis brazos y lo lleve a una de las cabañas en donde los médicos atendían a quienes  estaban muy heridos o enfermos. Al ver que llegue con él en brazos, los médicos rápidamente lo atendieron, apartando su frio cuerpo de mí, alejándolo de mi vista al momento que se lo llevaron por un largo pasillo.

Jeremy y Sam estaban a mi lado, brindándome su apoyo. No podía concentrar mi cerebro en otra cosa que no fuera en él, en su cabello rubio, sus ojos verdes, y el cómo su cuerpo encajaba a la perfección en mis brazos. En mi mente no cabía la idea de siquiera perderlo a tan solo minutos de haberlo encontrado, eso sería la tetra más cruel que el destino me pudiese haber jugado.

Sin embargo, media hora después, salió el médico que lo atendió y  me aseguro que él estaba bien, que solo fue un caso de deshidratación. Mi cuerpo se relajó pero no mucho.

Después de unos minutos más, me dejaron entrar en la habitación en la que se encontraba, hay también estaba el compañero de Jeremy. No repare mucho en él.

Al mirar a mi alma gemela, los ojos se me inundaron en lágrimas, su piel estaba blanca, sus labios resecos, tenían una que otra herida. Podía notar a simple vista que estaba muy flaco, peligrosamente delgado. Quise tocar su mano y depositar un beso en ella, pero me contuve, solo pude apoyarme en un rincón y ocultar mi llanto en mi soledad. Eso fue mucho más doloroso de lo que pensé.

Unos segundos después, una chica baja de pelo rubio entro a la habitación, tenía las mejillas rojas y el pelo alborotado. Sus ojos café, miraban con preocupación y angustia a ambos chicos postrados en las camas.

-Ellos están bien- la voz de Sam sonó relajada y tenue, como si temiese que se partiera si hablaba más alto.

-¿Qué les paso?- los ojos marones claro miraron a mi amiga, con lágrimas en ellos y el labio inferior temblando levemente. Puedo jurar que pude escuchar el sonido del corazón de Sam al romperse; su mirada me decía que ella era su alma gemela.

At Mercy Of Your.Where stories live. Discover now