Deseaba no volver a evocar a aquellos recuerdos llenos de nostalgia de cuando eran novios.
Decidió no volver a buscarle una cuarta pata al gato.
Pero no podía redimir de nuevo aquel sentimiento latente sobre su pecho.
Sus amigas tenían la culpa; llenando un cubo de emociones para luego lanzarselos sobre la cara.
Las bodas le llenaron el buche de piedras cuando se dió cuenta de que su novio era más ciego que un murciélago de día.
Lloró desconsoladamente sobre el hombro de su amiga que más recientemente de había casado, Tsuyu.
- Pero, ¿Estas Seguro de los que dices? -inquirió su amiga de cabello esponjado color Rosa como su piel. - Ya no tienes la oportunidad Izuku, Tú ya le entregaste todo; para eso es el matrimonio para entregar a manos llenas todo el ser. Y, bueno. Tú y...
- Izu, ya no estás para llevar el vestido blanco -agregó la casí recién casada.
- Solo te ves afectado por la conmoción de las bodas. Será un sentimiento pasajero, ya verás.
- Pero, yo también quiero...
- Sabemos que te lo mereces -Intervino Jirō. - ¿Qué dice Todoroki?
Solo esa pregunta fue suficiente para que su amigo se quebrantara de nuevo en llanto sobre el regazo de Tsuyu.
- ¡Ay, tonta! ¿Qué no ves que Shōto es más ciego que un topo? Dirá amar a Izuku, pero ni siquiera se ha dado cuenta de todas las indirectas que le ha dado...
El estrepitoso sonido de la puerta abriéndose repentinamente hizo que todos lo que estaban reunidos dieran un respingo del susto.
- ¡Lo lamento mucho! Estaba muy ocupada con lo de las reservaciones... Las pruebas del pastel, los meseros... -explicó la que recién entraba y a nada de casarse, Uraraka.- Pero bueno, ¿A qué se debe la reunión de emergencia?
El resto de las presentes miraron de mala forma a la recién llegada.
El peli verde de nuevo rompió en llanto.
- ¿Pasa... Algo? -inquirió observado lo desentendido de la situación.
- Izuku Quiere casarse.