La silueta avanzo con paso firme y pausado, a medida que avanzaba dio forma a un hombre, pero su rostro aún bañado por la sombra resultaba difícil de reconocer.
Sus vestimentas de armadura negra relucían con el sol, asimilando a la piedra preciosa onix; lo recubría del cuello a los pies, inclusive rodeaba el dorso de su mano terminando en lo que parecerían garras.
Su cercanía se incrementó aún más, dejando ver a las hermanas un símbolo similar al de la carta enviada, en el pecho de la armadura.
Al llegar a la altura de ellas, se inclinó a razón de saludo, sin quitarles la mirada de encima.Sus facciones no eran las que se esperarían del portador de tan imponente armadura.
Elizabeth absorta por la mirada de aquel hombre, se quedó prendida de tales ojos verdes, largas pestañas y cejas pobladas. El muchacho al darse cuenta del rostro sonrojado de Elizabeth desvío la mirada y retomo su rol.
- Las saludo, señoritas, mi nombre es Ruman Vilish- extendió la mano hacia Elizabeth, a lo que respondió casi inmediato posando su mano sobre la de él. Ruman beso con delicadeza la mano.
- Mi nombre es Elizabeth
-Un gusto lady Elizabeth...
Realizó la misma acción, ahora esperando que Yleim posara su mano sobre la de él, deseando saludar a tan impresionante muchacha que con tan solo un año de servicio había logrado ser el centro de atención de la cabeza de los Draco.Ruman se había encontrado con el padre Trobol al ingresar a la iglesia, había descrito tan bien a Yleim, que al verla de lejos la había reconocido. No lograba comprender como una muchacha tan menuda y a la vista tan delicada había llegado tan lejos en un ambiente tan exigente y violento.
Yleim lo observó comprendiendo el saludo que Ruman deseaba realizar. Ella sin querer interpretar el papel, se irguió y miro orgullosa.
-Un placer, caballero- su voz firme desconcertó a Ruman, quien se irguió y dejo el saludo - ¿que lo trae por aquí?
- Disculpe... lo diré- la miro directamente a los ojos, disipando cualquier comportamiento anterior y remplazándolo con uno opuesto lleno de determinación- me enviaron a recoger a Lady Yleim - poso su mirada en ambas muchachas- alguna... ¿me podría decir dónde encontrarla?
-Soy yo...- una Yleim intranquila respondió. No pensaba que llegarían tan pronto como el padre Trobol había insinuado- vienes de la... - fue interrumpida sutilmente por el hombre de la armadura.
-Así es... - la observo inquisitivo, como quien desea ver algo más allá de lo aparente- y... ¿ya estas lista?
Elizabeth retomando el control de sus emociones recién descubiertas, alzo el bolso cubierto de piel de su novere - tenemos todo listo...
Ruman la observo apenas un instante dando a entender que consideraba su participación en la conversación- entonces, no hay retención alguna para más demora...
Elizabeth tendió el bolso hacia Yleim. Ella lo tomo, sin querer hacerlo en realidad.
No había pensado en ello, pero ahora se daba cuenta que la separación de ellas dos nunca se había dado. Quizá ya era momento o quizá aún no, como lograría estar segura con la velocidad en la que todo se encontraba sucediendo.- Lady Yleim, si me permite - Ruman volvió a tender su mano hacia la muchacha más orgullosa que se le había presentado hasta ahora- debemos partir cuanto antes. Cada minuto de demora significa peligro para quienes deja hoy aquí - su mano aún extendida esperaba.
Yleim giro a observar a su hermana temiendo que sería la última vez, al menos por un largo tiempo. Tomo su mano, apretujándola, queriendo que el contacto con su única familia durase, deseando que en ese momento el dios Isat le diera la oportunidad de parar el tiempo tan solo un minuto.
Aferrada a su hermana miro al caballero.- Estoy lista... - extendió su mano, posándola sobre la de Ruman - partamos de inmediato - dedico una última mirada a su hermana, quien le entrego el bolso y le dedico una sonrisa tranquilizadora- cuida de ti, que yo estaré bien hermana...
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Maohian
FantasyEl viento trae los gritos de la guerra, el resto del pasado marca la tierra. El mundo ha encontrado en paz por varias decadas, solo recuerdos de guerras pasadas hay en las historias, todo era paz y armonía pero eso nunca es consistente y más cuand...