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Lo conocí de madrugada,
en un bar,
de esos que no son recomendables,
en los que todos acabamos
cuando la vida
era una mierda,
o lo éramos nosotros,
a fin de cuentas
daba igual.

Y él,
con su mirada concentrada
en un vaso de vodka
llamó mi atención.
(Como una polilla
a la luz)
Cuando levantó la vista
nuestras miradas
se conectaron,
y en sus ojos vi dolor.

Le dije que podía
contarme sus pecados,
y lo hizo,
me contó la atrocidad
de sus actos,
sus pecados más amargos,
su perversidad más inexorable,
me dijo que era el Diablo,
y yo allí,
en un chico con un halo
de candidez e inocencia,
lo vi,
vi al Diablo,
con una mirada atormentada,
pero al Diablo.

Y a pesar de todo,
yo me enamoré de él,
porque me atraía el peligro
que su mente me podía ofrecer,
porque siempre fui
un poco demasiado Kamikaze.

Y la realidad es que fui
a morir a sus labios
que eran veneno.

Yo. (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora