su cuerpo

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Su cuerpo,
que fue la escultura
más fascinante que jamás
había llegado a venerar,
se estremecía ante mi contacto,
pelos de punta y escalofríos,
fue tan placentero,
un disparo certero
de deseo a mi cuerpo.

El anhelo de su cuerpo
por el mío,
era equiparable al mío
por el suyo.
Fuimos una vorágine
de ardor y enardecimiento.
Me provoca orgasmos
y disnea.

Pero a la hora de la verdad,
busqué
solo la pasión
que su cuerpo me podía dar,
no el amor,
que su corazón
me podía llegar a ofrecer.

Para mí siempre fue físico,
y para él,
la mujer más bonita
que había visto jamás,
siempre fue amor,
¿Quién de los dos es más culpable?
¿Él por quererme
o yo por no amarle?

Yo. (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora