"Cuidando el uno del otro"

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Capítulo 3: Cuidando el uno del otro.

Castiel fue por un poco de comida y medicina. Tenía hambre, porque con todo el ajetreo, no se preocupó de él sino del chico herido. Esperaba que se sintiera mejor al otro día.

Durante la noche, se quedó a su lado por si presentaba algún cuadro de fiebre o enfermedad, pero el humano estuvo tranquilo y el veló su sueño bajo un cielo estrellado, perfecto donde el ruido del mar susurraba una canción de amor imposible.

A la mañana siguiente, Dean despertó tarde y trató de moverse, pero Castiel no lo dejó. Dean volvió a su posición de la noche, dejó que Castiel retirara las hojas que tenía de mantas. Castiel quería sanar su herida. Puso una nueva cataplasma en el lugar y le hizo tomarse otra píldora.

—Necesito agua —dijo Dean.

El tritón trató de levantarse, pero no pudo. Dean quiso ayudarlo, Castiel no lo dejó, le hizo un movimiento negativo con la cabeza. Se arrastró hasta el mar y en una concha marina sacó un poco de agua y se la llevó a Dean, arrastrándose por la arena.

—Es agua de mar. No puedo tomarla, necesito agua dulce, de algún río, laguna o vertiente. Quizás sacarla del rocío de la noche —dijo Dean más pensando para él que para Castiel.

El tritón entendió lo que le dijo y comenzó a arrastrarse hacia una palmera cercana y ahí comenzó a ponerse de pie. El náufrago vio con sorpresa ese movimiento, ya que no podía creer lo que estaba viendo, el dolor en el rostro de ese ser tan hermoso le estaba doliendo a él mismo.

—Oye, no lo hagas, no te preocupes, puedo aguantar la sed —dijo Dean.

Castiel no le hizo caso, siguió tratando de ponerse de pie. Lo logró después de dos feas caídas. A la tercera, pudo ponerse de pie, pero sus piernas todavía estaban muy débiles y dolían. Volvió a caer y supo que debería arrastrarse en la profundidad de la isla en busca de agua. Esto no lo había hecho nunca, así que no sabía cómo comenzar.

Primero, no debía perderse, así que alzó su nariz y olisqueó el aire. Terminado de marcar posición tal como lo hacía en el mar, siguió su camino por entre los matorrales. Escuchó un ruido característico de agua al caer y se dirigió hasta allá. Encontró un pequeño riachuelo, que en realidad era una vertiente. Agarró su concha y la llenó de agua fresca. Se la llevó con cuidado hasta Dean, para no derramarla mientras se arrastraba por el suelo. No llegó con mucha agua, pese a todo el cuidado, derramó igual, pero llegó con algo a los labios del náufrago.

Dean estuvo muy contento con esa agua, porque llevaba un día entero sin tomar sorbo y con el calor estaba deshidratado. No quería que Castiel volviera arrastrarse, pero en su posición no tenía alternativa, además que el agua estaba tan rica, que lamió sus labios con insistencia bajo la mirada atenta de la bella criatura. Luego de eso, fue Castiel quien rompió el momento de miradas cuando le quitó la concha para volver por más agua. En esta segunda ida, supo que debería buscar una concha más grande, porque esta era muy pequeña para Dean y así no tendría que ir tantas veces.

Partió pues al mar, el chico trató de explicarle con señas a lo que iba, lo bueno es que se estaba entendiendo y pudo partir a las profundidades en busca de la concha, como también de algo de comida. Aprovechó de traer medicina, porque el chico parecía responder bien al tratamiento, por lo menos no tenía tanto dolor como antes.

Volvió con Dean y cenaron juntos. Dean pudo moverse un poco y Castiel aprovechó para ensayar el caminar, ayudado por la palmera. Lograba mantener el equilibrio en dos pies por unos segundos, que luego fueron minutos.

Dean conversaba mucho con Castiel, es decir, hablaba y la criatura escuchaba. Así se fue enterando de la vida del náufrago. Este vivía en un pueblito de pescadores a la orilla del mar con su hermano Sam. Contaba muchas anécdotas sobre su vida allí y de su hermano, a quien adoraba. Castiel notó esto último, al ver con cuánta emoción hablaba siempre de él. A Dean no le importaba si la sirena no le respondía, pensaba que era bueno para que pronto aprendiera el idioma humano y así poder comunicarse pronto con él. Dean no se equivocaba, porque de esta forma Castiel pudo identificar con facilidad algunos vocablos y palabras.

Mi Hermosa Criatura Marina (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora