Mi Hermosa Criatura Marina (Destiel)

"Esa criatura etérea"

Capítulo 7: Esa criatura etérea.

Castiel tenía problemas con Jessica en la cocina, porque se comía los productos marinos crudos antes de cocinarlos ella. No es que fuera extraño, mucho lo hacían, pero Castiel tenía una forma demasiado extraña, casi salvaje al hacerlo. Para no sentirse tan culpable, fue a mariscar y así traer los alimentos comidos.

La piel pálida contrastaba con lo tostada de los lugareños. Castiel iba con propiedad al mar, sin ningún equipo, ni cuerda, tampoco acompañado de botes, solo una bolsa de tela. Esto no era extraño, había muchos mariscadores que iban así al mar, con el gran detalle, de que no eran blancos lampiños caminando desnudos hacia la mar: todo un espectáculo para ver.

Castiel se alejaba bastante en el agua hacia las rocas y ahí desaparecía. No se volvía a ver, hasta tiempo después, donde aparecía con una bolsa llena de mariscos. Los lugareños murmuraban y las mujeres se maravillaban con lo que veían, mientras las mujeres con niños trataban de taparles los ojos a sus retoños para que no vieran al desnudo. De inmediato, Dean supo lo pasado, ya que le vinieron con los reclamos y chismes.

—Discúlpenlo por favor, es extranjero —decía Dean.

—Pues que se ponga pantalones.

Ahí tuvo que intervenir y aleccionar a Castiel, otra vez, sobre el desnudo.

—Necesito entrar al mar desnudo para transformar mi cola —explicó.

—Lo sé Castiel, pero no puedes hacer eso, te pueden descubrir y estaremos en problemas.

—¿Cuáles problemas?

—Te pueden cazar como un animal. Si saben lo que eres, quizás te traten como los pescados.

Castiel abrió grande los ojos de la sorpresa.

—¿Me comerán?

Dean lo quedó, mirando y sonrió.

—No, no te comerán, pese a lo rico que eres —respondió Dean—. Solo, ponte pantalones.

Castiel asintió, aunque no sabía esa manía de los humanos por las prendas de vestir, ¿por qué las necesitaban tanto? Muchas cosas seguía sin entender sobre ese extraño mundo. Dean no lo comprendía, Castiel no dejaría de llamar la atención con los pantalones puestos. Por más que pasaba los días en la playa, no adquiría el color bronceado, ni el sol haría mella en su piel. La forma etérea con la cual salía del agua, junto con su misteriosa forma de adquirir los mariscos, comenzó a encender la imaginación de los lugareños. Además, aunque los pantalones estaban en él al entrar, al salir del agua, volvían a desaparecer.

—No los encuentro al terminar —explicó.

—Pues busca una manera de encontrar esos pantalones al salir del agua.

Pronto vino el bebé al mundo. Jess, Sam y Dean estaban feliz con el hecho. Mucha felicidad, pese al griterío del parto junto con el nerviosismo de todos. Castiel intrigado por la situación en la casa, fue a ver al culpable de todo. Una cosa arrugada con vida, bastante fea y rojiza como una jaiba que descubrió entre los brazos de Jess. Solo hizo una mueca de asco, tan chistosa, que todos se pusieron a reír.

Aprendió que ese bulto, se llamaba bebé, y que luego crecía hasta convertirse en un hombre. Pensó en las ballenas, porque era la forma como los humanos tenían las crías. Fue interesante de ver, en especial la forma de comer del bebé. Muy entretenido con ese pequeño, le dieron ganas de tener uno así.

Dean no quería que Castiel fuera a mariscar o se acercara al mar. Castiel lo quedó mirando como si le hubiera salido otra cabeza. La petición era tan insólita, que quedó con sospecha de haber entendido mal todo.