Tuve unas pesadillas un poco pesadas que no lograba recordar muy bien, las cuales ocasionaron un cierto malestar en mí y por lo tanto me hicieron despertar. Al abrir los ojos no vi nada, solo recuerdo haber percibido un olor extraño, rancio. Me sentí perdido, la oscuridad era pesada y había un fuerte olor a madera vieja y podrida. Pasé la mano por la mesa de luz al lado de la cama y no encontré lo que buscaba. En completa oscuridad intenté tantear mi mochila y ver si estaba en el piso sobre el lugar en el cual la había dejado. Por suerte estaba. Abri el bolsillo delantero y saqué mi telefono que afortunadamente todavía se encontraba con bateria.
La confución que me invadió en aquel momento fué tan grande que las palabras no me sirven de herramienta para describirla. Tal vez había sido llevado a otro cuarto sin percibirlo, tal vez estaba soñando. El lugar en el que me encontraba era completamente diferente a aquél cuarto confortable y calido en el que me habian alojado mis huespedes. Apunté al suelo con la luz de mi telefono y vi tierra por todos lados, hojas secas. En un extremo de la sala un grupo de cucarachas parecian observarme. Miré a los demás rincones y vi algunas arañas caminando por el lugar, mas allá un escorpión. Mi colchón era ahora un pedazo de goma espuma podrida, mis frazadas y sabanas unas hojas de diario en estado de putrefacción.
Sobre las ventanas habian tablas clavadas. Ni un solo espacio entre las maderas permitía el ingreso de luz. Hasta el más minimo y tenue rayo de luna estaba prohibido en aquella habitación. Mi telefono me ayudaba a ver aquél lugar, pero no era lo suficientemente potente para iluminar toda la sala. Sabía que tampoco duraría por mucho mas tiempo. El piso estaba completamente cubierto por tierra y el cielo razo del techo se desprendia abatido por el tiempo y la humedad del lugar. Nunca vi un lugar tan abandonado como ese. De repente, como si un mecanismo se hubiese activado en mi cuerpo, comencé a sentir que criaturas microoscopicas caminaban por dentro de mi, por debajo de mi piel. La idea de pensar que estaba sobre aquél colchon mugriento me generaba todo aquello.
La luz de mi celular era muy ténue. Miré otra vez a mi alrededor intentando descifrar en que lugar estaba. Hacía mucho frio y sentía el viento correr fuera de aquél lugar. Pude ver dos o tres muebles de madera podrida en el lugar, y en una de las paredes de la habitación había una madera vieja haciendo de estante. Sobré ella habian bultos marrones que parecian ser libros. Un escalofrio humedo y helado recorrió mi espina dorsal al pensar que tal vez aquella habitación era la misma. Me acerqué a aquél estante y, para mi aumentar mi desgracia o desconcierto, los libros casi podridos y amarronados mostraban los nombres de Dante Alighieri, Edgar Allan Poe, Arthur Manchen, Machado de Assis y Kafka. Sentí la sensación de algo subiendo por mi pierna, quien sabe que insecto asqueroso sería aquello. Sacudí con fuerza una parte de mi pantalón, tomé mi mochila y entre la mas terrible oscuridad intenté salir de aquél lugar.
La puerta de aquella habitación era difícil de abrir, o tal vez eran mis nervios. Parecia estar cerrada bajo llave. Pude ver que la madera estaba vieja y con un violento golpe logré abrirla. Caminé hacia una gran sala que aparecia ante mí. El cuarto contiguo tenía ventanales grandes con vidrios rotos y postigos caidos que dejaban entrar la luz de la luna. Pude ver una mesa grande y los alargados bancos de estilo iglesia a los lados. Sobre ella habían cubiertos y platos antiguos. No podía creer lo que estaba viendo. El lugar estaba completamente destruido: maderas podridas, vidrios rotos, cacharros de metal oxidados, tierra y telas de aranha cubriendo casi la totalidad de aquél lugar. Miles de teorias daban vueltas por mi cabeza. En donde estaría Alexandre? Tal vez todo sería nada mas que una pesadilla causada por el estres del viaje. Sin embargo era todo más que real. La luna penetraba dando una tenue palidez que recubría los objetos lúgubres y desgastados de aquél comedor, por otro lado el viento frio que entraba por las ventanas me daba una cierta intranquilidad. De repente escuché un golpe fuerte, algunas cosas cayeron en algún rincón y vi como un animal que no pude reconocer huía de aquella decadencia con forma de casa.
A mi derecha y un poco más hacia el frente, percibí un poco de luz entrando entre las rendijas de unas tablas podridas. Estas hacían, en su conjunto, de puerta o algo por el estilo. Me acerqué hacia ella y vi que estaban clavadas, atornilladas a la estructura de la casa. Supe que aquella era la puerta principal, aquella misma que había atravesado para ingresar a la casa en la noche anterio. Sentí algunos pasos viniendo de algún lado en la oscuridad, oí de nuevo el crugir del piso de madera. El miedo de toda aquella situación se apoderó de mi. Comencé a patear las tablas intentando abrir y escapar de aquél lugar, sin embargo fue en vano. Ví algo brillar en el suelo, algo de color metálico, pensé que aquello me serviría. Lo levanté y pude notar que era un pedazo de metal viejo, en aquella situación era mi única esperanza de vida, mi única arma. Escuché otra vez crugir la madera del suelo como si alguien se acercara. Patié con fuerza otra vez pero las tablas no cedieron, entonces instintivamente comencé a usar aquélla barra de metal como una palanca, a hacer fuerza con ellas empujando las tablas como si fuese una barreta para lograr desclavarlas. Nunca en mi vida había hecho tanta fuerza como en aquél momento, crugió la primera y salió del lugar, luego la segunda, las restantes me demandaron mucha más fuerza y también usar mis manos para quitarlas. Terminé con sangre caliente cayendo entre mis dedos por culpa de algunos clavos y astillas, pero al menos logré escapar.
Cuando atravesé la puerta corrí vários metros y, tal vez por miedo o por nerviosismo, tropecé y caí. No conseguía entender bien si había tropezado con algo o si se me había torcido el pie con algun desnivel del terreno. De lo que tengo certeza es que caí de frente al suelo. Me apoyé con las manos al momento del impacto y evité dar de lleno con el rostro. Desde el suelo pude dar una mirada hacia la casa y era la misma, sin embargo estaba irreconocible. Como si siglos hubiesen pasado en un par de horas, el techo del lugar estaba destruido, las ventanas y la madera de la estructura estaba podrida, las ventanas y puertas bloqueadas con maderas clavadas entre sí. Lo que hacía algunas horas resultaba ser una entrada con palmeras y un cuidado jardín, ahora se había transformado en una jungla de pastizales altos, de arboles enormes, de arbustos con miles de afiladas espinas que como garras abrazaban aquella antigua casa hasta sofocarla. El viento soplaba frio y la madrugada se hacía sentir con nubes que apagaban por momentos los fraqueantes rayos de luna. Sentí la tierra humeda debajo de mis manos, el frio de noche y la llovizna mojandome la piel. De repente oí un golpe en una de las ventanas, miré involuntariamente hacia el lugar de donde había nacido aquél sonido y vi a alguien o algo observandome por detrás de las tablas que cubrian una de las ventanas. No puedo decir si era solo una o varias, no conseguía distinguir bien.
No lo pensé más de una vez, me puse en pié y comencé a correr. Sentía pasos detrás de mi, alguien venía detrás, entre las sombras. Había dejado mi mochila y mi bicicleta quien sabe en donde. No tenía idea de lo que podría haber ocurrido con mis pertenencias, aunque sentí mi teléfono celular en el bolsillo.
La luz de la luna iluminaba el camino y de a ratos desaparecía, teniendo que andar a ciegas entre charcos enormes de barro y agua, por un camino de tierra, mejor dicho barro, que pocas personas deben haber transitado. De repente, entre tropiezos y el corazón latiendo a mil, recordé los rostros de aquellos tres. No lograba entender lo que estaba viviendo. El camino pantanoso de tierra era interminable, mi pánico también.
Finalmente, un hilo de esperanza alivió mi corazón. A la distancia, entre la niebla, pude ver un arbol enorme y una linea horizontal de concreto, aquella era la carretera principal por la que había venido. Cuando ambos caminos se encontraron dejé de correr. Sentí que ya estaba a salvo y en un momento de falta de cordura me quedé parado en el lugar, simplesmente contemplando. Miré detenidamente al arbol que se encontraba al lado de la carretera, era enorme. Sin embargo, sus hojas no eran negras, tampoco tenían el color de la sangre, ya no. Aquél cambio era algo inexplicable. El aire se sentía pesado, mezclado con a la densa niebla. Levanté la mirada y percibí como una nube parecía tomar la decisión de correrse de su lugar para dejar pasar un leve rayo de aquella luna llena, iluminando el tronco y las enormes raíces del enigmatico ser vivo. De repente, casi sin quererlo, noté tres formas pequenas y extrañas debajo de él. Hice fuerza con la vista, entrecerrando mis ojos, y pude descubrir el verdadero significado de aquello: tres cruces grandes de madera, con algunas inscripciones, se erguian bajo la protección de aquélla enorme planta. Las mismas, marcaban el lugar de lo que habría sido el destino fatal de tres desafortunadas personas, el recuerdo de alguna vieja tragédia
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Eran Tres
Horreur"La puerta de aquella habitación era difícil de abrir, o tal vez eran mis nervios. Parecia estar cerrada bajo llave. Pude ver que la madera estaba vieja y con un violento golpe logré abrirla. Caminé hacia una gran sala que aparecia ante mí. El cuart...