-¿Quién eres tú? – Dije al borde de un estado de pánico. No hacía nada mas que mirar su perfecto torso.
-¿Y tú? – Preguntó él soltando una sonrisa. Esa sonrisa era verdaderamente preciosa. ¿De dónde había salido ese chico?
-Pregunté yo primero. –Dije totalmente seria, aún el asombro seguramente seguiría reflejado en mis ojos.
-Soy Harry. – Dijo el .
-¿Y qué haces aquí? ¿En mi apartamento? – Dije ...
-Este apartamento también es mío. Vivo aquí. –
-Me dijeron que no viviría nadie.
-Pues ya ves, te mintieron. Por cierto, ¿de dónde eres? Tu acento me dice que no eres de Londres. – Dijo tomando una camiseta. –Disculpa.
-Soy de Uruguay. – Dije observando como se colocaba la camiseta.
-Perfecto. – Dijo acercándose a mi. Acto seguido me dio dos besos. Yo no moví la cabeza. Aún estaba en pleno asombro. – Voy a la cocina. ¿Quieres algo de beber?
-Pero, pero, pero. ¿Y te quedas tan normal? Soy una desconocida, que se ha metido en tu casa. ¿No te preocupa? – Dije yo persiguiéndole hasta la cocina, que a su vez, ésta, estaba dentro de el salón.
-Para nada. Pareces inofensiva. – Dijo mientras sacaba una lata de refresco del frigorífico.
-¿Y si no lo soy? – Dije haciendo muecas con las manos, aún más desesperada por su respuesta
-Tendré que echarte de esta casa. – Dijo sonriendo. Parecía que ese chico tenía respuestas para todo. – Ahora si me disculpas, voy a la ducha – Dijo dándole un largo trago al refresco. Ese chico iba desapareciendo a lo largo del pasillo hasta que se metió en el baño.