Capítulo 13

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En un abrir y cerrar de ojos la primera semana de convivencia con Lautner había culminado. Francamente había sido mejor de lo que esperaba. Luego de la primera noche, que por poco termina en un estreno de cama matrimonial, Carl no se atrevió volver a tocarme. Supuse que lo hacia para no incomodarme, además tampoco parecía tener la intención de forzarme a quererlo. Le agradecí por ello.

Por otra parte hablar con Alan me resulto bastante provechoso. Logre liberarme de un gran peso interior y a pesar de que no le comenté mayor detalle sobre mi relación con el pelinegro, conseguí saber que contaba con su total apoyo para lo que necesitase. Aunque bueno, no es como si antes no lo hubiese sabido, pero es mejor cuando te lo ponen en palabras.

Respecto a lo demás no hubieron muchos cambios. Los padres de Carl se marcharon de la ciudad, mis papás se pusieron en contacto para ver como iban las cosas entre nosotros y  las clases de cerámica seguían suponiéndome un dolor de cabeza. Así pues, llegamos a 28 de julio. 3 días más y acabábamos el mes. Buenas noticias para mi, ya que me había suscrito a las lecciones solo por cuatro semanas. Sabía que no iba a ser capaz de aguantar mucho más, pero de cierta manera me entristecía que mis resultados finales con la arcilla siempre resultasen como clases de plastilina en preescolar.  

—Y ¿Cómo vas con la cerámica? ¿Pronto podré ver una de tus hermosas obras?— dijo Lautner engullendo un trozo de pollo de la cena. Le miré disgustada. A pesar de saber que no lo decía de mala fe, no podía creer que me lo preguntase enserio.

—Preferiría que no me volvieses a preguntar al respecto— sugerí.

—¿Por que? ¿Tan mal vas?

—Si te enseñase una foto de mi trabajo tendrías dos opciones, vomitar o vomitar— no pudimos evitar reírnos—¡Dios! Me doy lastima a mi misma— me estire el rostro— Estoy contando los días para terminar con esta pesadilla. 

—Pero entonces no será posible que veas a Alan tan seguido ¿Verdad?—mencionó. No había caído en cuenta y tenía toda la razón— Bueno, son mejores amigos—agregó luego de que seguramente yo  hubiese puesto una cara terrible —Seguro que encontraran pronto cualquier excusa para verse—sonrió sin maldad— No te preocupes.

Una vez terminada la cena volví a mi habitación personal, me eché sobre la hamaca y me puse a buscar información sobre la maestría que me había sugerido mi tutor. Las palabras de Carl no dejaban de girar en mi cabeza. Alan tenía claro que no tomaría el master y yo no volvería a tomar otro mes de cerámica ni aunque fuesen gratuitas, pero entonces las palabras de Carl se harían realidad, poco a poco mi contacto con Alan se acortaría. 

El teléfono comenzó a sonar rompiendo la burbuja de pensamientos en la que me había metido. Sonreí al ver la pantalla— ¡Prima Kate!— se escucho a través de la línea la inconfundible y animada voz de mi prima mayor. Había pasado bastante tiempo  desde la ultima vez que habíamos hablado o nos habíamos visto.

—¡Jonna, tanto tiempo!

—Ha sido un largo tiempo por que si yo no llamo a "cierta" persona,  "cierta" persona no me llama a mi— se quejó claramente disgustada.

—Lo siento Jonna. He tenido unos días ... un poco pesados últimamente ¿Cómo has estado?

—Yo bien, nadando en trabajo, pero sin mayores contratiempos— respondió— Y ¿Como es eso de que has tenido unos días "un poco pesados"?

—Pues vera-

—¡No! Espera, no me cuentes nada aún—me interrumpió—Quería verme contigo y aprovechando que tenemos una agenda larga que adelantar en chismes, pensé  en llamarte para invitarte a venir a casa. Bueno, de hecho ya he hablado con la tía Abbi y me ha dicho que andas en vacaciones luego de tu graduación, así que me tome el atrevimiento de comprarte un par de billetes de avión. ¿Te gusta la idea?

—¿En serio?

—¿Qué pasa? ¿Ya tienes planes?—cambió su tono— ¡Aghh! Sabia que tenia que haberte llamado ant-

—No, no, Jonna. Es estupendo ¡Gracias! —Le interrumpí. De verdad que tenia ganas de hablar con alguien sobre todo lo que me estaba pasando últimamente y Jonna era la mejor para ello. No podía creer que hubiese llegado esta invitación tan a tiempo.

—¡Genial! Pues te envió un mensaje ahora mismo con los billetes online. Ya tengo ganas de verte primita. 

Luego de finalizar la llamada, me entro un correo electrónico. Como siempre Jonna era bastante rápida en sus cosas. Al abrir el mensaje descubrí que los billetes estaban comprados para viajar el sábado a primera hora, con fecha de regreso abierta. Fui corriendo a la habitación y agarré la maleta de viaje. Estaba realmente emocionada de verme con Jonna. Unos treinta minutos después apareció Carl por detrás.

—¿Vas a alguna parte?— pregunto  dándome un susto de muerte

—Eh, ah. Si. —respondí con una sonrisa de oreja a oreja— Me ha llamado mi prima Jonna ¿Te he hablado alguna vez de ella? —lo negó con la cabeza— Es mi prima más cercana, vive en Paris y me ha invitado a visitarla durante el fin de semana y por supuesto he aceptado.

—¿Y regresas...?

—Sobre eso...aún no lo se— arqueó la ceja— He mirado el billete y pone fecha de regreso abierta, así que ya veré como van las cosas durante el fin de semana.

—Aja, entonces—se agarró el mentón— Si  te aburres pronto regresas el otro mes y si te la pasas pipa ¿Te quedas a vivir allá?

—Carl, por favor— me reí—¡Claro que no! Si me aburro, que es poco probable, regresare la otra semana y si la paso bien, también. No creo que pueda alargar demasiado mi estadía, ella siempre esta ocupada y no quiero ser una molestia— sentí sus brazos rodearme desde atrás por la cintura y una corriente recorrerme desde la cabeza hasta los pies— ¿Qué haces?

—Quiero provechar que aún estas cerca de mi para abrazarte.

—Estas siendo un exagerado ¿Qué tanto puede ser una semana?

—Una eternidad— dijo con total seriedad contra mi oído y de nuevo aquella corriente recorrió mi interior.  

—Vamos. suéltame— pedí con la voz pendiendo de un hilo, luego de que comenzara a besarme el cuello.

—No quiero.

—Carl. No seas niño— me zafé de su agarré y me levanté de la cama dirección al armario. Sentía el rostro acalorado y el pulso a millón. Nuevamente me sujeto, siempre delicado, sin intentar forzarme, pero constantemente analizando mi expresión. Sabia que me tenia en la palma de su mano.

—¿Crees que soy un niño?— me estrechó contra su cuerpo ligeramente, clavándome sus maravillosos ojos en mi mirada.

—Si— sonreí justo en el momento en que nuestras narices se juntaron por la punta— Uno muy consentido al parecer— me beso la frente, luego la nariz, después la mejilla y pronto llego a los labios. Un beso corto antes de separarnos.

—Si eres tu quien me ha de consentir seguiré siendo un niño toda la vida— dijo y nuevamente me beso. Esta vez un beso largo, poco húmedo, como me gustaba. Frio en contraste con mis labios, pero al mismo tiempo tan cálido que sentía que me derretía— Te voy a extrañar mucho, Kate.

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