Capítulo 1

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Supongo que por la época en la que estábamos no me esperaba aquella llamada. El sol estaba en su máximo esplendor, las hojas de los arboles se habían tostado, las cigarras chillaban, las calles parecían cacerolas y las personas estaban a punto derretirse. Apenas comenzaba el verano pero la ciudad ya era todo un desierto de asfalto. Para mi suerte nunca había sufrido por aire acondicionado, pero para mi desgracia no podía disfrutar de el tumbada en la cama como me hubiese gustado ya que estaba a pocas horas de entregar mi proyecto final de graduación. Llevaba casi treinta y dos horas modificando algunas partes del extenso trabajo que parecía no terminar, el cliqueo del mouse no cesaba y se mezclaba con el sonido del teclado y el tic-tac del reloj que cada segundo anunciaba que se me agotaba el tiempo para terminar. Me quité las gafas y cerré los ojos por un instante. Solo uno para no quedarme muerta en el momento. Estaba tan agotada que apenas me masajeé el tabique un poco para liberarme del dolor que me suponía tener tanto tiempo los lentes puestos y continúe en lo mío. Ni los golpeteos en la puerta por parte de la empleada para preguntarme si necesitaba algo me sacaban de mi intensa labor. Con un simple «No te preocupes, ya te busco yo si necesito algo» me deshacía de ella por un par horas antes de que volviese preocupada a preguntar lo mismo.

Eché un vistazo a la cantidad de hojas que me faltaban por revisar y modificar, diez exactamente. No muchas comparadas con la cantidad que había realizado pero las suficientes para ponerme de los nervios ante mi necesidad de pegar ojo por al menos un segundo. Comenzó a sonar mi móvil. Miré la pantalla sin frenar el movimiento de los dedos.De inmediato con ayuda del manos libres contesté.

—¿Hija?—Preguntó extrañado al otro lado de la línea al no escucharme saludar.

—Si, pa. lo siento—respondí un segundo más tarde—¿Me escuchas bien?

—Si, te escucho. ¿Me tienes en alta voz?

—Que va, tengo el manos libres. Estoy un poco enredada con un par de cosas.

—¿Ya has terminado tu trabajo de fin de grado?

—Estoy con ello.

—Bien, pues estaré esperando buenas noticias de el.

—Ya lo se...—dije con voz desganada— No hacen falta amenazas. Ya te enterarás de lo lista que es tu hija.

—Se que eres lista, pero quiero ver resultados de ello— respondió— De cualquier manera, te llamo para avisarte que volveremos la próxima semana, tu madre esta impaciente por verte, yo también, claro, pero hay un par de cosas de las que nos gustaría hablar contigo.

—Aja—contesté sin prestar demasiada atención.

—Bueno, no te interrumpo más. Le pediré a mi secretario que te envié el itinerario de la otra semana.

—Ok—continúe tecleando.

—Cuídate cariño.

—Tu también, pa. Tu también...

La conversación no había sido diferente de lo habitual. Pocas palabras que rodaban en llamadas de menos de 5 minutos, temas no extensos pero claros. Habitualmente siempre llamaban para avisar que volverían al país, pero no por esas fechas. Lo normal era verles en diciembre, una vez al año parecía suficiente para ellos, y no negare que algunas veces también para mi, siempre y cuando no se pusiesen pesados.

Las ultimas hojas tenían menos cosas para corregir que las anteriores, por lo que al cabo de unos largos minutos terminé. Tenia dos horas y media para pegar ojo, ducharme e ir a la universidad a entregar mi trabajo. Dejé las gafas sobre el escritorio, agarré el móvil y me tiré panza abajo sobre la cama. Con el rabillo del ojo revisé la alarma que acababa de programar, me eché las mantas encima y caí al mundo de los sueños.

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