Carmesí (One-shot)

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Cada una de sus extremidades despertaban una en una con un hormigueo insoportable, aunque también placentero por el alivio de poder tener al fin sensación de su cuerpo. Después de un largo rato de incertidumbre, un fuerte dolor empezó a surgir de su cuello y a descender por su espina dorsal haciéndola estremecer. Todo era muy confuso. Paso de estar en una misión de rutina junto con su equipo, a este estado. Estaba inmersa en un vacío donde solo podía percibir aquel dolor que crecía cada vez que se incorporaba mas a la realidad. Un fuerte pitido en sus oídos y una espesa neblina que cegaba sus ojos empezó a disolverse hasta verse parada en medio de un bosque oscuro y húmedo, y tres bultos negros en frente suya. Mientras trataba de comprender la situación y aclarar el lugar donde se encontraba, oía voces dirigidas a ella que cada vez se acercaban mas y siluetas que se volvían mas legibles. 

-¡Kagura! 

 De golpe todo se hizo tangible, aunque no por ello mas agradable, pues el peso sobre sus hombros se hizo repentinamente mas pesado, y así pudo reconocer los rostros de esas tres personas. 

 -¡No te muevas maldita sea!  -retumbo en el lugar una desesperada voz casi rayando la locura. El filo de una katana, dirigida a ella, centellaba temblorosamente con la luz de la luna. Antes esa katana solía ser de madera y quien la sostenía tenia un rasgo divertido y de orgullo en su rostro - ¡te mataré si lo haces!   

       
-P- papá? - esas palabras rayaron su garganta. Tenia la boca completamente seca y desde sus pies empezaron a subir espasmos incontrolables que le hacían perder el equilibrio. Lentamente bajo su mirada para ver sus manos completamente ensangrentadas y temblorosas. Siguió con sus ojos a cada una de esas siluetas que antes eran forasteras, convertidas en cada uno de sus compañeros de equipo con la misma expresión que su padre. Terror... a excepción de uno. 
Se le estaba dificultando controlar el fuerte flujo de su sangre, algo que normalmente no le suponía ningún problema, estaba mareada y sentía que en cualquier momento colapsaría. En un intento por mantener el equilibrio su pie se encontró con un cuarto bulto que antes no había percibido, tuvo que mirar hacia atrás para no caer. Su corazón dio un vuelco al ver que el cuerpo que yacía a su costado era kazuya, su hermano.

Antes de poder reaccionar su padre ejecutó un largo sello manual y agarro su muñeca, las rodillas de la joven se doblaron de inmediato, aquel dolor removió todo su interior dejándola nula por un par de segundos. acto seguido fue a por la muñeca restante, evidentemente su objetivo era inmovilizarla, a lo que Kagura reaccionó instintivamente: de su  mano surgió de la nada un filo rojo con el cual arremetió contra la cara de su padre, dejándole una herida no muy profunda, dio un largo salto hacia atrás tomando su mano inerte que había sido sellada.

-¿¡Qué mierda esta pasando y tu que mierda me hiciste!? - sus gritos frenéticos parecían lanzados al vacío - ¿¡Acaso crees que yo hice esto!? Para empezar, ¿Por qué lo haría?! 

-Deja de actuar Kagura, Yuma fue testigo de lo que hiciste - pronuncio fríamente Kaito, su padre, mientras con una mano retenía el sangrado del corte de su mejilla. - ¿Acaso no soportaste que toda la atención se enfocara en tu hermano? - su mirada fue tomando un gesto de grima - Siempre fuiste superior entre los Hayashi por tus exclusivas habilidades, sin embargo no resaltabas por eso, si no por tus insaciables deseos de poder, pero al ver que tu hermano resplandecía mas, aun siendo mas débil, tu típica soberbia te llevo a esto. Algo en mi lo vio venir, después de todo eres idéntica a tu madre. 

Desde que Irasue, su madre, murió, Kaito se encargo de recordárselo cada que tenia la oportunidad, blasfemando contra ella, poniéndola como modelo de mala conducta y describiendo como seria su destino si seguía su mismo camino. Kazuya como buen hijo ejemplar avalaba las palabras del superior del clan Hayashi. En otras circunstancias las palabras de su padre no habrían tenido ningún efecto en ella, pero la forma en que escupía todas esas acusaciones, la hacían cada vez mas irascible. Cada uno de los escasos buenos recuerdos con el se teñían de negro con cada palabra que este le lanzaba.

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