-Maldita mañana en este maldito pueblo con sus malditas ancianas cotillas... - murmuraba mientras entraba arrastrando los pies y frotándose el cuello la joven de rubios y caóticos cabellos a la pequeña y rustica cocina.
-Buenos días para ti también, kagura - sonó una ronca voz tras una pila de telas perfectamente dobladas - ¿Qué tal si preparas algo de té? - Se asoma un rostro ajado con una sonrisa de oreja a oreja.
-Cuando me harás caso de no trabajar tanto - hacer los quehaceres diarios con una sola mano se había vuelto tarea fácil después de un par de años de practica, ágilmente preparó las bebidas y también limpio un poco - Además sigo sin entender tu afición por este basurero, cada mísero día es igual al anterior y con suerte tenemos máximo cinco clientes al mes. Deberíamos mudarnos de aldea, una que le de mas ingresos al negocio, ¿Por que morir de hambre en este lugar?
La expresión de Rokuro, el viejo sastre, se torno nostálgica mientras bebía su infusión y miraba a través del vapor a la muchacha. Siempre a estado a su lado desde la primera vez que la conoció, cuando ésta tenia 14 años, cubierta de sangre, desmesuradamente pálida y con el brazo izquierdo inmóvil. Evidentemente era una kunoichi, pero en ese estado parecía mas indefensa que él mismo. Al principio se limitaba solo a decir lo necesario, pero nunca le dejaba solo; Con el tiempo su personalidad se fue revelando: comentarios irónicos, verdades directas, burlas descaradas; pero siempre dispuesta a ayudar y cuidar de el. Definitivamente la presencia de la joven había calado hondo en su vida, incluso le había ayudado con su depresión tras la muerte de su mujer y su hijo; pero verla y darse cuenta que estaba desperdiciando su juventud al lado de un débil anciano le hizo sentirse culpable, no podía ver una flor marchitarse en plena primavera.
-Solo quiero terminar mis pocos días en el lugar donde tanto compartí con mi mujer y mi hijo. - Soltó una risilla melancólica - Pero no quiero ser la roca que te obstruya continuar con tu vida y salir de este pueblo. Aunque no quieras mencionarme nada, se que tienes asuntos pendientes ahí afuera que por mi culpa no los puedes atender. No quiero ser una carga_
-Si no te he dicho que eres una carga, es porque no lo eres - Le interrumpe mientras recoge la mesa - En eso me conoces bien abuelo. Además me encargaré de que vivas mucho tiempo para seguir molestándote.
Pronto tendría que emprender la búsqueda de respuestas para ese hecho de hace tres años que aun le quitaba el sueño, después de muchos años meditando, aun no tenia la menor idea de por donde comenzar, la opción de regresar a la aldea fue completamente descartada al saber que hacia parte de los criminales consignados en el Libro Bingo después de ser atacada por un grupo de jóvenes shinobis, quienes la habían identificado como una ninja renegada. En ese caso tendría que investigar cautelosamente lo que pudiera alrededor de la aldea.
-No sabría decir quien es el mas obstinado de los dos - dijo Rokuro antes de recordar algo importante - Casi lo olvido, en cuanto a ese viaje que pronto harás... no quiero no poder darte tu regalo de 17 años, tengo algo para ti. ¡Oh! Ya es tarde, mientras voy a buscar tu regalo encárgate de abrir el local. - hablaba levantándose con dificultad de la vieja butaca - Gracias - dijo mirándola con una leve sonrisa para finalmente desaparecer por la puerta.
Rokuro se había convertido en la familia, que después de la muerte de su madre, nunca tuvo. A pesar de su forma de ser, jamás la rechazo y la acepto como a una hija, en muy poco tiempo forjaron unos lazos difícilmente rompibles. Todo esto hacia complicado dejar esa aldea para esclarecer ese suceso aun turbio.
El ambiente fuera del local no era el mismo, aunque las calles permanecían desiertas como de costumbre. en esta oportunidad el aire se sentía pesado. Con la opresión en el pecho continuo preparando el lugar para la actividad comercial. Pese a que estaba sumamente inquieta, trato de dejarlo, actuar con naturalidad y terminar con la tarea, pero nada de esto resulto y se vio obligada a salir a tomar un poco de aire, instintivamente miraba a su alrededor sintiéndose vigilada y también algo tonta, después de todo ¿qué podría pasar en un pueblo olvidado?
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Carmesí
FanfictionUn muerto, ella ilesa y sola, sus manos manchadas de sangre, miradas llenas de horror: su escena favorita.